Síndrome de "matar al padre", que dirían los psiquiatras. Eso es lo que está ocurriendo en Cataluña, una comunidad donde las escuelas han estado presididas por el cuadro de Jordi Pujol en lugar del de SM el Rey. Mucho. Pujol no sólo ha sido presidente catalán durante 23 años. Ha sido el padre de la patria, el hacedor del catalanismo, el constructor de la "nación catalana" tal y como hoy la entendemos. Una "nación" basada en un Estatuto redactado en 1979 a su imagen y semejanza.

Pues bien, ahora resulta ser el freno. Ya ha manifestado en algunas ocasiones que no le termina de gustar el texto del nuevo Estatut. Pero ahora el ariete es utilizado por el PSC. Su estrategia es doble. Por una parte, desvincularse del PSOE, aunque al mismo tiempo, recordando que son ellos los que tienen mayoría suficiente para aprobarlo en Madrid. Pero por otra, ponerse la venda antes que la herida culpabilizando a los convergentes del eventual fracaso en fase catalana. Y más: la personificación de ese eventual fracaso sería el mismísimo Jordi Pujol.

Los catalanistas no estaban preparados para ese golpe bajo. Habían defendido en varias ocasiones que un eventual fracaso estatutario no sería por su culpa. De momento se muestran pesimistas y piden al PSC que no ahogue las aspiraciones "nacionales" de Cataluña. Y en ese juego de ajedrez nos encontramos. De momento. Permanezcan atentos a las pantallas.