Más que una multinacional suiza, Glencore Internacional es un banco especializado en intermediar en materias primas básicas, principalmente alimentos y minerales. Tiene su residencia en Baar, uno de esos chabolarios suizos reservados exclusivamente a multimillonarios, un poco menos conocido que Zug pero donde usted y yo no podríamos residir porque no nos lo permitirían.

Pues bien, Glencore está ofreciendo a las cooperativas agrarias españolas, especialmente en trigo, precios por encima del mercado. Futuros asegurados porque, si el precio final resultara más elevado, Glencore se compromete a abonar la diferencia al productor.  

¿Un derivado agrario más? No, no lo creo. Hispanidad ya ha afirmado que tras la crisis financiera, la actual, puede llegar una crisis alimentaria, que sería mucho más grave porque no sólo afectaría a los países ricos, como la actual, sino a toda la humanidad.

Glencore y sus pares se comportan como bancos: no producen alimentos pero los acaparan, y cuando se fortalezca el oligopolio de acaparadores ya bastante instalado, subirán los precios. ¿Qué es lo que tendrían que hacer los poderes públicos y qué es lo que nunca hacen? Luchar contra el oligopolio, proteger al pequeño productor agrícola.

La crisis alimentaria está anidando sobre unas subvenciones públicas lamentables, las que mantiene la PAC en Europa y las Farm Act norteamericanas. El mundo rico prima a sus agricultores mientras destroza  a los agricultores del mundo pobre. A ello se le une otro efecto Glencore: la compra de tierras de cultivo en el Tercer Mundo por parte de fondos de inversión.

Si se fijan, todas estas variables apuntan hacia una misma meta: la supresión de la propiedad privada agraria pequeña y sus sustitución por una propiedad fiduciaria, donde los agricultores propietarios se conviertan en aparceros, ya sea porque pierdan la propiedad, la tierra o porque pierdan el control de la venta (que en el fondo es lo mismo). En definitiva, la crisis financiera llegó por la especulación financiera que no es más que sustituir la propiedad privada pequeña –PPP-, es decir, propiedad privada real, por propiedad fiduciaria. Ya saben: el propietario de un puñado de acciones de una multinacional no manda nada en la multinacional.

Pues lo mismo con los alimentos. Sólo que la especulación financiera nos priva de nuestros ahorros pero la especulación alimentaria puede privarnos de algo más elemental: la comida. No llegará a tanto porque este planeta es muy rico pero sí llegará, por la manipulación de precios, a aumentar la hambruna en los países pobres y a encarecer la vida en los ricos. Y eso es crisis más dura y duradera que la financiera. Me temo.

Por cierto, Glencore fue la empresa al que el inefable directivo de la fenecida Corporación Industrial Banesto, Santiago Zaldumbide, terminó cediendo Asturiana de Zinc, aunque aprovechó para quedarse al frente de lo vendido. Los hay inteligentes.