Confundidos entre la vorágine del día a día, de la cultura del consumo y de un uso inadecuado del lenguaje, hemos terminado por trivializar la Navidad hasta llamarla de otra manera.

Sr. Director:

Pienso que es un hecho y no sólo una impresión personal que con motivo de la Navidad el laicismo ha tomado las calles aunque, todo hay que decirlo, no totalmente.

Pero sí se nota, y de qué manera, la zarpa de quien pretende aplastar todo lo que huela a cristianismo, pretendiendo ocultar aquello que da sentido real a nuestra sociedad, como es el Nacimiento de Cristo.

No obstante la situación creada lleva a preguntarse ¿Qué sentido tienen las lucecitas colgadas de calle a calle en nuestras ciudades? Nada en ellas, por supuesto, que tenga que ver con la Navidad, no sea que a alguien se le ocurra preguntar.

Muy pocos, en los oficiales y en las grandes superficies ninguno, "Feliz Navidad", tan sólo un frío "Felices Fiestas". Pero nos hemos parado a pensar ¿por qué hacemos fiesta? En algunos países no se hace y la vida sigue. ¿Creen que vale la pena todo el gasto sólo por gastar o por espíritu festivo? ¿Pero festivo de qué? De Navidad ¿Y qué es Navidad? ¿Por qué los regalos? ¿Por qué los Reyes?

Todo esto sólo tiene sentido si realmente captamos lo que ha significado para la humanidad, no solo para el cristianismo, el Nacimiento de Cristo. Por ello creo que  se equivocan quienes solo ven compras y fiestas sin sentido por muy progres que se crean. Y es que las Navidades o tienen sentido cristiano o no son Navidades. Las navidades laicas  no existen.

José Morales Martín

jomomartin@gmail.com