Sr. Director:

La familia es ese lugar donde uno crece como persona, a la luz de dos modelos complementarios, el padre y la madre, que aportan, cada uno, rasgos propios de su sexo. Cuando mi marido y yo quisimos adoptar a nuestro hijo, nos hicieron siempre mención expresa de que el proceso de adopción se debía semejar lo más posible al proceso natural de formación de una familia. Así, nos calcularon la edad que debía tener en función de nuestra edad. Al querer adoptar el segundo, nos dijeron que su edad debía ser inferior en un año, como mínimo, al primero, aunque nosotros no teníamos inconveniente en que fuera mayor, pues sabemos que es más difícil que les adopten.

Me pregunto qué dirán ahora los psicólogos encargados de estos procesos, y cómo es posible que hayan permanecido mudos durante los meses en que se ha gestado y aprobado la nueva ley que permite la adopción homosexual.

La adopción por parte de dos personas del mismo sexo no es discriminatoria por su carácter homosexual, por más que se quiera insistir en ello. Una pareja homosexual de dos hombres no podía adoptar igual que no podían hacerlo dos amigos o dos hermanos. Del mismo modo ocurría con dos mujeres, lesbianas o no. La orientación sexual no determinaba la posibilidad de adopción.

La adopción está (estaba) pensada en beneficio del adoptado, no de los derechos de los adultos; véase la Declaración de los Derechos de Niño aprobada por la ONU y firmada por España.

Es escandaloso que se legisle en favor de los adultos y en perjuicio de niños huérfanos. Se argumenta que se están muriendo de hambre en orfanatos, y que es mejor para ellos estar con una pareja gay. Este argumento es falaz, como ocurre siempre que se quiere aprobar una ley rechazada mayoritariamente; con este tipo de argumentos extremos se busca sembrar la duda para cambiar la orientación de la opinión pública.

Hay muchas maneras de ayudar que no pasan necesariamente por la adopción, como el apadrinamiento; la solución para estos niños estaría en abreviar el proceso de adopción, empezando por los trámites en nuestro propio país.

María Martínez Rico

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