Ya dije una vez que Durán Lleida, uno de los políticos con la cabeza mejor amueblada de España, me había decepcionado al aceptar las tesis nacionalistas de sus compañeros de coalición, la gente de Convergencia.

Quizás se deba a las buenas relaciones que mantiene Durán con el líder de CDC, Artur Mas, algo novedoso en la conjunción catalana de CIU. Lo digo porque su discurso durante la sesión de investidura bailó entre Cataluña y el Estado. El nombre de España parecía vetado en el discurso de un hombre al que considero muy por encima de esas tontunas.

Es más, Durán insistió una y otra vez en la superioridad catalana respecto al resto de España. Ejemplo: "España no puede salir adelante sin la capacidad de producción de Cataluña y Cataluña no puede ser la locomotora del Estado si no se le permite"... ¿quién le ha dicho que Cataluña es la locomotora del Estado? ¿Seguro? Las cifras no dicen eso.

Por ejemplo, la Comunidad de Madrid es más productiva que Cataluña y su estructura de deuda más saneada. Y en resumen, ¿Por qué sospecha Durán que los catalanes son superiores a los españoles? ¿No se da cuenta de lo ofensivo que resulta? Hasta yo mismo, que no soy el mayor patriota español, me siento ofendido cuando me tilda Durán como miembro de un "Estado" y no de una nación o de una patria. Mire usted, señor Durán, yo no soy miembro del Estado, es decir, contribuyente; yo, además, de eso, y sobre eso, soy español. ¿Qué ocurre, que el no puede ser Durán, tan brillante en otros análisis, todavía no ha caído en la cuenta de que el nacionalismo siempre conduce a un callejón sin salida porque no habla del Estado de Derecho sino del tamaño del Estado?

A partir de ahí, Durán hizo el mejor discurso -mejor que Rajoy y Rubalcaba- sobre la causa de la crisis, que en efecto, es crisis moral. Ese lenguaje no lo escucho entre los miembros del PSOE ni del PP.

Hombre, luego está lo de comparar las propuestas de Benedicto XVI y de Warren Buffet como si fueran gemelas. Y mire usted, señor Durán, como que no. Buffet es un especulador. Reconozco que no en el tiempo, pero, en cualquier caso, un rentista, no un empresario ni un emprendedor. Buffet es un capitalista y defiende el capital; Benedicto XVI es un cristiano y defiende a las personas, sean trabajadores, empresarios o capitalistas. Buffet habla de moral, pero no de la misma moral que Benedicto XVI. El problema de la moral es que sólo puede haber una verdadera. O la de Buffet o la de Benedicto XVI, la de los rentistas o la de empresarios y trabajadores. La moral, como la verdad, no son moral ni verdad. O Buffet o Ratzinger.

Pero, al menos, es el único diputado, el convergente Durán, que habló de moral en el Parlamento y que incluso pidió que se escuchara a la voz de las religiones. Algo increíble.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com