La ministra de Sanidad, Elena Salgado, ha defendido la ética de la eficacia en su defensa del nuevo reglamento de la Ley de Reproducción Asistida: "Estas investigaciones van a ayudar a curar muchas enfermedades y espero que esto genere sosiego social entre aquellos que todavía no observan sus posibilidades". No, Elena, no. No se trata de incapacidad científica. "Algunos" lo que no terminamos de ver es que sea una buena idea trocear "frigonenes" para salvar la vida de otros. En realidad, el Ministerio tampoco lo termina de ver porque el reglamento exige que las investigaciones se realicen cuando no puedan desarrollarse con animales.

Y por cierto, los científicos tampoco terminan de ver las posibilidades meramente científicas. Salgado reconoce a Hispanidad.com que, de momento, los avances son existentes y que, incluso, los experimentos realizados han generado tumores. "Ahora hay que volver a empezar", señala. ¿Y por qué invertir en una mera expectativa habiendo evidencias de los éxitos con células madre adultas?, le preguntamos. "Porque el material embrionario es más plástico, más flexible", responde. Una respuesta que imaginábamos, pero que honestamente, sigue sin convencernos. La ética de la eficacia deriva en esclavitud. Y cuando la eficacia es inexistente, nos encontramos ante un despilfarro sólo justificable por motivos ideológicos.