La imagen de España SA es mala, lo sabemos todos y desde hace un mes ha dejado de ser noticia. Y sigue siendo mala a pesar de las políticas de ajuste anunciadas el pasado miércoles. Y lo peor es que eso no ha bastado para que los dueños de Europa, la alemana Angela Merkel y el francés Sarkozy se dieran un paseo por Comillas, la bella localidad cántabra donde se celebraba la Cumbre UE-México.

Allí sólo estaban Van Rompuy, como presidente de la UE y el presidente de la Comisión, Durao Barroso, un personaje cuya vida consiste en posar ante las cámaras de TV por los cinco continentes. El proyecto europeo constituye para él, un medio, no un fin. De todas formas, es posible que tanto Sarkozy como Merkel hagan acto de presencia en Madrid durante los próximos días en la cumbre UE-Iberoamérica.

Y México no es ninguna tontería. Un país que supera con creces los 100 millones de habitantes, sin duda el país hispanoparlante más importante, merecía mayor atención por parte de la Unión, y también lo merecía el país que, por si se nos había olvidado, continúa presidiendo la Unión.

Ahora bien, los que realmente mandan en Europa, los que han obligado a ZP a apretarnos el cinturón a los españoles, probablemente por vías equivocadas, que eso a alemanes y franceses les importa poco, no estaban en Comillas. ¿Para qué? Hace tiempo que el presidente francés y, sobre todo, la canciller alemana, han decidido verse con nuestro paladín progre lo menos posible. ¿Y qué me dicen de Obama? No se engañen: Obama utiliza su ascendiente, ascendiente progre, sobre Zapatero, para forzarle a que pase por el aro de Merkel.

Lo cual no resultaría especialmente preocupante si no fuera porque los gestores de patrimonios, los que manejan el dinero de los demás, continúan castigando nuestra deuda pública y nuestra renta variable privada. Aún más preocupante ésta última, porque España cuenta con empresas solventes, por lo general mucho más solventes que las francesas o alemanas, a las que resulta más difícil de lo habitual encontrar financiación para sus inversiones.

Es injusta la mala fama de España y de las empresas españolas y, sin duda, nos iría mejor fuera del euro. No olvidemos que la Unión Europea en general y el euro en particular, han dejado de ser una unidad de generosidad para convertirse en un clérigo cerbatana que examina a los alumnos díscolos para que seamos, en el presente y en el futuro, buenos contribuyentes y mejores consumidores de productos franceses y, sobre todo, alemanes. 

Sí, Europa se encamina hacia el III Reich, mucho más eficaz que el que terminó en Adolf Hitler por la sencilla razón de que estamos hablando de 27 países y 500 millones de habitantes. Y para domeñarlos, no hacen falta divisiones acorazadas sino mercados financieros.

Europa fue forjada por cristianos consecuentes, como Schumann, Adenauer o De Gasperi, que utilizaban como arma la solidaridad entre países para evitar más enfrentamientos bélicos. Se notaba que eran cristianos que aplicaban remedios cristianos al continente cristiano.

Traducido: el proyecto de unidad europea se apoyó en ríos que transferían dinero a pobres por la vía del presupuesto común y los fondos comunes. Hoy acuérdense del pan griego, los ricos no trasfieren dinero a los pobres sino que les ayudan a endeudarse más. Es decir, ya no es solidaridad cristiana sino solidaridad financiera, que no es solidaridad en modo alguno. Porque cuando alguien te debe algo, a no ser que no pueda pagártelo, está en poder del acreedor. Por eso, el acreedor se presura a prolongar la agonía del deudor: pretende que pueda seguir pagándolo y que continúe siendo un deudor eterno.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com