Es todo un precioso despropósito todo lo que está sucediendo con la crisis financiera.

Por el momento, y hemos tardado un año en conseguirlo, ya hay consenso sobre el diagnóstico: la culpa de la crisis la tiene la especulación, término que, a lo largo de doce meses, entre agosto del 2007 y agosto de 2008 ni tan siquiera se había oído o leído y ahora todo el mundo repite. O como lo ha dicho Ángela Merkel: la culpa es de la codicia de los banqueros. Acuerdo sobre el diagnóstico: ¡Aleluya!  Más vale tarde que nunca.

La terapia por contra, no está tan clara. Por ejemplo, la preciada Merkel ha hecho lo de todos: ha empezado en justicia -que los bancos especulativos quiebren- para caer en el compromiso del Gobierno de garantizar todos los depósitos bancarios. Una pregunta al paso sería ésta: ¿Y cómo va a garantizar el Gobierno esos depósitos? Al menos, hablamos de depósitos, no de inversiones, y habrá que insistir en la interesada confusión entre ahorrador e inversor, frontera más o menos difusa.

En su línea, Zapatero ha incurrido en su defecto habitual: imitar pero imitar más. Vamos que, en frase célebre, no se puede estar un poquito embarazada o ser un poquito maricón: o se está o no se está, o se es o no se es. Es decir, asegura 100.000 euros, que es como reconocer que el virus se ha extendido pero no eliminarlo del todo. Además, las puntas de tesorería de las empresas que bien pueden sobrepasar esa cantidad, seguirán huyendo a Irlanda o Alemania. Además, ¿de dónde va a salir ese dinero? Ya sé que es una promesa pero, ¿qué ocurriría si la gente no creyera en la promesa y retirara sus fondos? ¿Con qué dinero los garantizaría el Gobierno Zapatero? ¿Emitiría deuda pública, recortaría el dinero destinado a prestaciones sanitarias? ¿A Educación?

Al tiempo, el Ejecutivo aportará 30.000 millones de euros, ampliables a 50.000, para comprar activos bancarios. (¿De dónde van a salir?) ¿Recuerdan cuando Pepiño Blanco exigía a la derecha que concretara dónde querían recortar el gasto? Pues ahora debería responder él. Comprar emisiones de deuda de los bancos privados. ¿Y por qué no lo presta el Gobierno directamente, a través del Instituto de Crédito Oficial? ¿Por qué esa manía de emplear dinero público para salvar bancos privados? En fin, lo de las siguientes viñetas sobre diferencias entre el crash del 29 y el de 2008 lo explican mejor que yo.

Pero lo más importante es que nadie pone coto al desafuero. Es una crisis de codicia especulativa, asegura Merkel, pero no se prepara ninguna medida contra la especulación, por lo que entramos en crisis permanente. Con razón asegura Merkel que ésta no es una crisis cíclica más: ésta es la madre de todas las crisis.

Especulación y apalancamiento. La especulación es algo que deben arreglar los políticos, probablemente a través de prohibiciones de determinadas actividades y de impuestos gravosos contra el especulador. Pero el apalancamiento en vicio privado: precisamos de una nueva generación de empresarios que se prohíban a sí mismos comprar a crédito. De vez en cuando conviene contradecir al gallego: Loisiño, los negocios hay que hacerlos sin dinero, porque si uno pone los cuartos puede perderlos.

Y, si no se dan estas dos terapias, sobre todo la primera, pues la segunda vendrá impuesta por los hechos y seguiremos estando justo al comienzo de la crisis.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com