Una presunta demente arrastró a Benedicto XVI durante la Misa del Gallo y provocó un pequeño desastre

Lo que el orbe católico se pregunta es si este nuevo atentado contra el Papa, aunque sea de baja intensidad, revela algo más. En cualquier caso, hemos entrado en una era de martirio. Por ejemplo, el martirio de coherencia del juez Fernando Ferrín.
Loco no es el que ha perdido la razón sino aquél que lo ha perdido todo menos la razón. Loco es el hombre de lógica perfecta, no lubricada ni por la voluntad ni por los sentimientos.

Una loca se ha echado encima de Benedicto XVI durante la Misa del Gallo en la Basílica de San Pedro, ha destrozado el fémur al prelado francés Etchegaray y ha demostrado que, como recordaba Juan Pablo II cuando le advertían de los peligros que corría en sus viales y en sus comparecencias públicas: La vida está en manos de Dios. Cuando programa su viaje a Bosnia, en plena guerra civil en los Balcanes, la autoridad militar norteamericana le advirtió que no respondía de su seguridad. Juan Pablo II respondió que su seguridad le importaba una higa sí, éstas son palabras mías, no del Papa que era mucho más educado que yo-. El pobre milico gringo se temía lo peor de que hombre que había afrontado las tiranías comunistas y las había derribado, así que se le ocurrió una idea mejor: advirtió al Vaticano que, no respondía de la seguridad del Papa sino tampoco de los fieles que acudieran a la ceremonia. Entonces sí, el Papa renunció al viaje.

Benedicto XVI ha empleado la misma estrategia: La vida está en manos de Dios

Por otra parte, parece claro que hay locos buenos y locos malos. Locos cuya lógica no les lleva al mal sino al bien. Un loco, provisto de razón y desprovisto de razonabilidad puede optar por no hacer daño a nadie o por hacerlo, puede ser un renglón torcido de Dios, espejo de su misericordia, o un instrumento del infierno para golpear sin mostrarse, la técnica favorita de Satanás desde que naciera la modernidad. Pero, tenga el significado que tenga la agresión del jueves al Pontífice formaba parte de un plan que ya mostrado la vulnerabilidad del Pontífice ante un terrorista como Alí Agcá o ante la invitada imprevista de Nochebuena. En su momento dije que con la muerte de Juan Pablo II comenzaría el baile. Pues bien, el baile ya comenzó tiempo atrás con el horizonte colocado en una jaculatoria propia de la liturgia de Adviento. Ven Señor, no tardes.

Dicho de otra forma, aquí hay dosis de preguntas. Lo que el orbe católico se pregunta es si hay alguien detrás de la loca. Por contra, el orbe católico tiene claro que hay alguien detrás, y también quien es ese alguien, pero desconoce sus instrumentos, su alcance y su capacidad, siempre permitida por Dios, para acelerar el ritmo de la historia.

Sí, el baile y el mini-atentado de ayer- supone que hemos entrado en otra era de martirios, sea cual sea el instrumento utilizado en ello. Y, como también recordara Juan Pablo II, el martirio de nuestra era se llama coherencia.

La agresión a Benedicto XVI es muestra de esta nueva era de martirio, como lo es la sentencia del Tribunal Supremo que inhabilita al juez Fernando Ferrín Calamita por defender que una niña debe tener padre y madre, y no por doble madre a dos lesbianas. Al menos, por intentar aclarar la situación. Ferrín es un mártir que no ha dado la vida por Cristo, pero al que han arrebatado toda su carrera profesional. Como mártir es el obispo argentino que puede terminar incluso en la cárcel por atreverse a decir lo que todos pensamos: que la homosexualidad no es un derecho sino una barbaridad.

Termino con la trascripción de la carta remitida por el propio Fernando Ferrín. No se la pierdan:

 

El día 23-12-2008 la sala penal del tribunal superior de justicia de Murcia me condenó como autor de un delito de retardo malicioso, al atreverme a indagar si una adopción era o no beneficiosa para una menor, y más adelante intentar plantear una cuestión de inconstitucionalidad.

 

El 23-12-2009 se me notifica la sentencia del tribunal supremo (de fecha 30-10-2009...), por la que se agrava la condena, al condenárseme por prevaricación, y se me expulsa de la carrera judicial. En ello consiste la inhabilitación especial. Hasta dentro de trece años no podría pedir un eventual reingreso. Pero ocurre que tengo 52 años, y que sumados a los 13 resultan los 65...

 

Paso a engrosar pues los más de cuatro millones de parados que hay en España.

 

Tiempo habrá para que los ciudadanos conozcan todos los pormenores y entresijos. Cuando haya asimilado que soy un delincuente para el Estado.

 

Aprovecho para decir que le he dicho al encargado de la plataforma de internet que lleva mi nombre que "cuelgue" las resoluciones prevaricadoras, para que cualquier interesado acceda a ellas y juzgue por sí mismo.

 

Tengo la conciencia muy tranquila y duermo muy bien. Eso es lo importante. El verdadero Juez Supremo (con mayúsculas, frente al que los humanos son juececillos con minúsculas), ante el que todos compareceremos más pronto o más tarde, a buen seguro que me absolverá (ya lo ha hecho) de la "grave injusticia" cometida a sabiendas (en ello consiste la prevaricación), por atender al interés de Candela e indagar, como digo, si la convivencia con dos mujeres es o no beneficiosa para ella. El tiempo lo dirá. Tanto el gabinete psicosocial del Juzgado como la Dirección General de Familia de la Comunidad de Murcia siempre me han dicho en estos diez años que he estado al frente de dicho órgano que "es esencial para el crecimiento armónico de un menor tanto la figura paterna como materna".

 

Ahora es el juez de familia de Sevilla Francisco Serrano el perseguido por decir algo que todos los jueces de familia y de violencia sobre la mujer saben.

 

Feliz Navidad a todos los potenciales lectores.

 

Fernando Ferrín Calamita

 

Y yo no tengo mucho más que añadir salvo un estén preparados y otro Esto es para bien. Pero está claro que ha llegado la era del martirio para los católicos. Suelen ser más fructíferas, no se crean.

 

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com