Que el progresismo es absurdo no es una novedad. Pero afortunadamente no deja de sorprendernos la imbecilidad a la que puede llegar lo políticamente correcto. Ya saben: Caperucita Roja era una niña, pero podía haber adoptado tanto el sexo masculino como el tercer sexo o incluso uno neutro; además, su gorra era roja, pero podría haber llevado también una gorra azul o naranja. Ridículo.

Veamos. Resulta que el Proyecto de Ley de Prevención del tabaquismo adopta una perspectiva de género en las estrategias desarrolladas. El objetivo es eliminar aquellos factores que propician una situación desigual respecto al hábito del tabaquismo entre ambos sexos (sic) Todo ello tras constatar que el impacto del hábito del tabaco sobre las mujeres es más dañino que sobre los hombres. Y es que hombre y mujer somos diferentes, la prevalencia del cáncer de pulmón, por ejemplo, es distinta por la misma naturaleza humana. Y tratar de retorcer la biología para que el impacto sea parecido, o establecer discriminación positiva resulta poco eficaz cuando es la naturaleza la que se manifiesta. En todo caso, resulta divertido observar la estupidez de nuestros gobernantes. Lástima que no seamos observadores internacionales sino sufridos ciudadanos.