Cuatro muertos, al menos por el momento, y decenas de heridos. Quinientos subsaharianos se abalanzaron sobre la valla que separa la ciudad española de Ceuta de Marruecos en la mañana del jueves. Dos de las víctimas murieron aplastadas en la parte española, y otras dos se quedaron en Marruecos, algunas fuentes aseguran que perecieron a consecuencias del impacto de pelotas de goma de la gendarmería marroquí.

Dos días antes, la secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí, insistía en que la colaboración de Mohamed VI con España en la contención de la inmigración ilegal era ejemplar. El Gobierno Zapatero, en Cumbre con el de Marruecos en Andalucía, está obligado a decir que Rabat colabora con él. Así, uno de sus portavoces ha asegurado que las fuerzas marroquíes realizaron un despliegue formidable para contener a los subsaharianos, aunque, casualmente, ese despliegue se ha realizado en la misma frontera española, no en la frontera sur o sureste de Marruecos, país que los ilegales habían atravesado hasta llegar a Ceuta y Melilla sin el menor problema.

Y mientras alabamos a Rabat, el Gobierno ha decidido que el Ejército ayude a la policía en la vigilancia de fronteras. De esta forma, la Legión, icono de la lucha contra el moro, regresa a Ceuta y Melilla, de donde fuera pudorosamente replegada años atrás.

Mientras, en la cumbre bilateral que se celebra en Andalucía, el responsable de la Diplomacia española, Miguel Ángel Moratinos ha afirmado que primero han hablado los ministros de Exteriores, y que España solicitará a la Unión Europea ayuda para que Marruecos pueda controlar la inmigración procedente del África negra.