Sr. Director:

El estudio de la Fundación Santa María refleja la baja religiosidad de la juventud española. Algunas personas, y desde determinados sectores eclesiales, se han apresurado a atribuir la responsabilidad de ello a la jerarquía de la Iglesia, por no haber sido fiel al Vaticano II, o no saber adaptarse a los tiempos modernos. Son juicios superficiales y simplistas que responden a prejuicios anticlericales. La doctrina de la Iglesia es la misma de siempre; lo que ha cambiado es la sociedad.

Prueba de ello es que esa misma crisis se está dando también en todas las otras confesiones religiosas del mundo occidental; y que tampoco consiguen atraer a la juventud esos mismos sectores progresistas que critican en inmovilismo de la jerarquía. En cambio los que sí consiguen atraerla son los movimientos caracterizados por su fidelidad al magisterio del Papa y de los obispos.

La causa principal de la crisis de religiosidad de los jóvenes - y de sus padres-, es la mentalidad hedonista que cifra el placer y el bienestar como valor supremo. Lo refleja también la encuesta al señalar la poca preocupación que despierta el hambre en el mundo, la corrupción o la contaminación. Lo que importa es vivir bien y poder hacer lo que se apetece. Ello explica la baja valoración que atribuyen a la Iglesia cuando su doctrina - especialmente en lo referido a la sexualidad- es para ellos un revulsivo de conciencia. Como escribió Juan Pablo II: No se puede pretender ser popular, si el mensaje que se ha de transmitir es impopular.

María Pardo Zamora

mpardozamora@yahoo.es