En la apertura del año judicial, el presidente del Tribunal Supremo, y del Consejo General del Poder Judicial, Gonzalo Moliner, aseguró que teme "ver a la justicia agitada por la política". Sinceramente, yo temo mucho más ver a la política agitada por la justicia, con juicios interminables donde no se distingue entre justos y pecadores, donde los indicios se confunden con conclusiones y donde todo imputado es condenado de antemano. Y cuando llega la sentencia, que puede ser absolutoria, como en el caso de Carlos Dívar, condenado por católico fuera de los tribunales, ya nadie se acuerda y el honor de la persona ya está encerrado, si no lo está el sujeto mismo objeto del desprestigio.   

Mientras la portavoz del CGPJ, igualmente progresista, pide un pacto judicial, que es la manera fija en que los finos juristas y los políticos finos piden más dinero -pasta, guita, parné- público. Y no es cierto: la Administración de Justicia no necesita más dinero, necesita más ecuanimidad por parte de jueces y fiscales y menos progresismo, porque el progre es el biotipo más sectario del siglo XXI. Divide el universo -sea el de los juzgadores o sea el de los juzgados- entre los nuestros y los otros. Los otros siempre son culpables, los neutros son acusados injustamente por razones espurias.

Y allí estaba, también, el solemne acto presidido por SM el Rey (en la imagen) y con la presencia del rey del progresismo jurídico español, Pascual Sala, acusado de lo mismo que hundió a Dívar, no justificar gastos de representación, pero que se ha jubilado con todos los honores. La diferencia era que Dívar era católico de misa diaria -inadmisible, naturalmente- y Pascual Sala un masón, un tipo ilustrado que cuenta entre sus logros el apoyo al aborto, al gaymonio y la legalización de partidos proetarras. Este es el bueno, Dívar el malo.

Por cierto, el sustituto de Sala en la Presidencia del Tribunal Constitucional, Pérez de los Cobos ha sido perseguido, y el acoso continúa, por la progresía jurídica y periodística, especialmente por El País.

Señor Moliner y señora Bravo, portavoz del CGPJ: que no cuela. La justicia no necesita más dinero sino menos sectarismo. Sobre todo el sectarismo progre.

Eulogio López

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