Nadie puede negarle a José Manuel Lara cierto carácter ladino. O, como diría un castizo, "se la ata con papel de fumar". A ver, moviola: César Alierta, presidente de Telefónica, le vende un 23% de A-3 TV y Onda Cero a José Manuel Lara. En ese momento, comprador y vendedor acuerdan (los socios de Lara, SCH y Bertelsmann nada supieron de ese acuerdo en aquel entonces) que si la reclamación contra Onda Cero, del empresario Blas Herrero, propietario de Kiss-FM, prosperara, Telefónica correría con la parte que le correspondería pagar a Lara, esto es, el porcentaje de capital que posee: un 24%. El resto de los socios, allá se las apañaran.

 

Blas Herrero gana el laudo por goleada y consigue que Onda Cero tenga que abonarle nada menos que 190 millones de euros. Telefónica advierte entonces que pagará con mucho gusto el 24% de esa cantidad, pero nunca jamás el total. SCH se traga el sapo, pero anima a los alemanes de Bertelsmann a montar en cólera, como sólo sabe hacerlo un alemán. Y, además, esta vez con razón. Entonces Lara, acosado por sus socios, decide demandar a Telefónica (ver Hispanidad del 26 de abril). Pero ojo, lo acuerda, bajo presión alemana, en el último Consejo de A-3 TV pero lo lleva a la Junta de Accionistas para que recaiga la responsabilidad sobre todo el cuerpo social: una forma de no enfadar más de lo debido a Alierta. Y esto por una razón: si se formula querella, Telefónica ya ha advertido que tampoco pagará la cuota-parte de Planeta. Y es que hay que hilar fino, don José Manuel, pero no tanto como para que el hilo se rompa.

 

En cualquier caso, con motivo de esta demanda va a tomar cuerpo, a través de los tribunales, un importante asunto a debate hoy en día: el papel del presidente de una empresa en defensa de sus socios minoritarios.