El zapatismo es, ante todo mentira y rencor. Que el presidente del Gobierno es un resentido, que aún vive en la España del 36, no hace falta demostración, basta con la mostración. ZP es un cristófobo, que utiliza la historia contra la civilización cristiana como podía haber utilizada cualquier otra cosa. Ahora bien, en su segunda legislatura empieza a contemplarse su segunda condición: la de embustero compulsivo, de esos que acaban por creerse sus propias mentiras, porque hay que ser muy sincero para reconocer que se ha mentido.

Persistir a estas alturas en que la economía española no está en crisis sino en desaceleración -aunque eso sí, aceleración un poco acelerada, según el dicharacho corre por la City madrileña- es propio de mentiroso orgullosos de su oficio. FUNCAS, es decir, las cajas de ahorros, siempre modestas a la hora de la crítica al Gobierno, pues muchos de sus afiliados dependen del PSOE, habla ya de recesión duradera al final de un ciclo expansivo. Hasta el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el censor del Servicio de Estudios más importante del país, el jefe del Caserón de Cibeles que más ha manipulado a los economistas del Banco de España, no ha podido imponer esta vez el primer informe realmente duro sobre la economía española  y, en particular, sobre el futuro del Sistema de pensiones. No se ha atrevido a decir que eso se debe a algo tan simple como que nos negamos a tener hijos y la cosa ha degenerado en una pirámide demográfica invertida, porque eso habría resultado cristiano, humano y políticamente incorrecto, pero se ha quedado en puertas de aceptar la evidencia. Y cuando se reconoce la evidencia, todo el entramado de mentiras se viene abajo.

En definitiva, el zapatismo se está convirtiendo en impostura, en una enorme mentira continuada. Ya he dicho otras veces que Pedro Solbes es el tercero de los personajes de la parábola evangélica de los talentos. Los dos primeros eran buenos gestores, arriesgaron y rentabilizaron el patrimonio. El tercero es don Pedro: el hombre que escondió la moneda en tierra para devolvérselo, con exquisita honradez fiscal, a sus propietarios. Sólo que éste quería más: Solbes sirve para las épocas de bonanza, no para los tiempos de crisis.

A estas alturas de la crisis, el Gobierno ya debería haber planteado un plan de infraestructuras y de vivienda pública subvencionada, aún incurriendo en déficit. O eso, o su contrario: reducir impuestos y aumentar el consumo.

Como no se arregla nada es negando la crisis, mentir una y otra vez, porque si uno niega el problema, ¿para qué va a buscar soluciones?

Eulogio López

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