La semana pasada la Federación de Asociaciones de la Prensa protestaba por la agresión de un periodista de la SER durante la manifestación de murcianos, que pedía agua para una región seca.

El martes 19, la FAPE se veía obligada a hacer lo mismo pero en sentido ideológicamente opuesto : protestar porque Pilar Manjón, presidenta de la Asociación de Víctimas del 11-M, prohibió la entrada de un periodista de la COPE en un acto académico : La Federación de Asociaciones de la Prensa de España condena la exclusión que la presidenta de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, Pilar Manjón, hizo ayer en un acto académico con alumnos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) a periodistas de la cadena COPE. Exclusiones de este tipo deterioran la convivencia, debilitan la democracia y restringen la libertad de expresión. Asimismo, lamenta que los organizadores y colaboradores del acto, como son la UAM y el Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo, no reaccionaran con mayor diligencia y eficacia contra esa exclusión.

Que España está partida en dos desde el 11-M, parece bastante claro. La prueba de ello es que no hay debate ideológico. Los dos bandos, ya sean políticos o mediáticos recuerdan las palabras de Chesterton, convencido de que toda violencia viene precedida de la calma chica del desprecio mutuo. Hablaba del Reino Unido de los años 20 del pasado siglo, pero sus palabras son muy actuales:

El diario tory y el diario radical no se contestan el uno al otro, se ignoran recíprocamente La controversia auténtica, nítidamente delineada y expresada ante un auditorio común, se ha vuelto muy rara en nuestra época, porque el polemista sincero es, ante todo, un buen escucha. Oye las razones del adversario tan atentamente como un espía que prestara atención a los proyectos del enemigo.

Sin embargo el periodista contemporáneo debe no tener ese oído atento que corresponde al hablar honesto. Puede ser sordo y mudo y a eso se le llama dignidad. O puede ser sordo y escandaloso y a eso se le llama periodismo de combate.

De la mujer doliente que encandiló a media España en su primera aparición ya sólo queda la resentida profesional, dispuesta a aplastar al adversario, al menos cuando ha decidido quién es el adversario. La derecha, por su parte, considera que no es mala técnica para sacar su malhumor emprenderla con los periodistas de la SER.

El problema de la Generación Manjón es que ni perdona ni cohabita. Al enemigo ni agua, no tiene ni un 0,1% de razón. Por tanto, lo que hay que hacer es darle la espalda o darle en la espalda, depende. Menos mal que la era del talante nos iba a traer una convivencia más pacífica, que si no

Eulogio López