El presidente argentino Néstor Kirchner no fue un montonero de combate: sólo de corazón. No participó en la guerrilla marxista argentina... pero le gusta recordarlo. Podríamos decir que tres montoneros son las personas a las que escucha con más devoción: el diputado Miguel Bonasso (verdadero ideólogo del montonerismo de los años 70), hoy diputado, el periodista Horacio Verbisky, de Página 12, órgano de la izquierda justicialista argentina, propiedad del grupo Clarín (similar al grupo Polanco español), aunque en Clarín niegan tal propiedad, y Hebe de Bonafini, responsable de las Madres de la Plaza de Mayo. Estas tres personas tienen libre acceso a la Casa Rosada y Kirchner suspira por ellas.

 

El caso Bonafini es muy singular. No se equivoquen: doña Hebe es madre de dos guerrilleros montoneros, presuntamente asesinados por el Régimen militar argentino (presuntamente, porque los rumores al respecto son muchos). Está enfrentada a las llamadas Abuelas de la Plaza de Mayo, que reclamaban sus justísimos derechos sin deseos de venganza ni de liderar la revolución pendiente. El Gobierno español financió en su día a Bonafini, justo hasta el momento en que la señora se quitó la careta, con su aplauso al grupo terrorista ETA, cuya actividad justificó. Desde ese momento, la señora Bonafini no es grata en España y hasta la prensa progre le retiró el auxilio mediático.

 

Pero Kirchner no. De hecho, la tristemente conocida Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde la dictadura militar encarceló y torturó a muchos disidentes, va a ser convertida en un Museo de la Memoria, y Hebe de Bonafini será quien rija la nueva institución. Pero, al guiso le faltaba algo: Bonafini exigió a Kirchner que algunos gobernadores peronistas (por ejemplo, el de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá) no asistieran a la inauguración. A la señora no le gustan los menemistas ni tampoco los radicales. Para ser exactos, sólo le gusta la guerrilla marxista y violenta. Y entonces va Kirchner y acepta. El lío (quilombo, como dirían en el país hermano) es de los que hacen época. Desde luego, nada que anime a mejorar las relaciones hispano-argentinas, ni las inversiones de empresas españolas en la zona. La incoherencia de Kirchner no sólo preocupa a los mercados financieros internacionales (eso tampoco sería tan preocupante): nos preocupa a todos.

 

La incoherencia de Néstor Kirchner, un día negociando con el FMI y al otro elevando a una proetarra a la categoría de héroe nacional, es muy propio de un populismo iberoamericano que no es malo en origen (a fin de cuentas, es otra forma de intentar superar una izquierda y una derecha que realmente no convencen ni a los izquierdistas ni a los conservadores), pero que no puede convertirse en una contradicción permanente ni en asunción de una demagogia insufrible.  La llamada generación K, tan alabada por diarios como El País, no es, por el momento, otra cosa que una mezcolanza ridícula de demagogia izquierdista y nacionalismo patriotero. Eso no es la superación de las viejas ideologías, sino su degeneración.

 

Un detalle. Palabra que no es broma. Los empresarios españoles de Viajes Marsans (Gonzalo Pascual, Gerardo Díaz y Antonio Mata, propietarios de Aerolíneas Argentinas), han adquirido la mortaja de Evita Perón en la subasta de objetos personales de la mujer del general Perón, recientemente celebrada en Roma. La mortaja había sido realizada, por encargó del mandatario argentino, por unas monjas españolas. Naturalmente, el presidente de Aerolíneas Argentinas, Antonio Mata, ha pagado 170.000 euros porque su amor por el mito de Eva Perón (personaje convertido en fetiche por muchos argentinos) es de todos conocido. Así, el hecho de que vaya a regalar la mortaja al Museo de la Casa del Gobierno, sólo tiene por objeto reintegrarlo al patrimonio y al acervo cultural argentino. En ningún caso, puede interpretarse como un intento de congraciarse con Kirchner (incólume al halago), ni solicitar la ayuda de la Presidencia ante los 10 casos judiciales que tiene abiertos en la Argentina y ante la falta de justificación sobre los 753 millones de dólares recibidos por el Gobierno español para reflotar Aerolíneas Argentinas. Tampoco tienen nada que ver con el hecho de que el Gobierno de Buenos Aires haya impugnado las cuentas de Aerolíneas Argentinas, correspondientes al ejercicio 2002.

 

Por su parte, el sindicato argentino APTA considera que la donación de Mata constituye un insulto a la memoria de Evita Perón y a los argentinos. Sin embargo, Kirchner sigue, una vez más, nadando entre dos aguas. Por una parte, recibe el regalo de Mata, pero, por otra, no retira la impugnación gubernamental ni da vía libre a LAPSA, la aerolínea que el Gobierno argentino quería lanzar para competir con Aerolíneas. Mientras, en España, los socialistas prometen que investigarán el caso Aerolíneas, que le ha costado al erario público español cerca de 3.000 millones de dólares. Veremos.

 

Eulogio López