Aunque cueste creerlo, dado lo que se escucha en la televisión de Zapatero, la pública quiero decir, así como en el Grupo Polanco, pederasta no es sinónimo de sacerdote. Otrosí, no tengo ni la menor idea sobre si el cura madrileño juzgado en la Audiencia Provincial de Madrid por pederastia es culpable o inocente.

Sólo me remito a lo visto en TV y a lo leído en prensa.

Veamos, el susodicho tiene 74 años de edad, y es acusado de violar y abusar sexualmente de un menor durante los años 1998 y 2001, aprovechando la amistad con sus padres, es decir, en el propio domicilio del muchacho. Muchacho que ahora tiene 20 años, por lo que en el período de autos contaba con entre 12 y 15 abriles.

Al cura, que ha negado las acusaciones una y otra vez, le acusan catequistas de su parroquia, de violar al menor. Insisto, no puedo juzgar, pero me sorprende que una persona de entre 66 y 69 años, sea capaz de un violación homosexual, fisiológicamente más compleja que la hetero más que nada porque la naturaleza, siempre reaccionaria, decidió, en un alarde intolerancia, que el ano estaba para expulsar y no para acoger elementos extraños. Al parecer el viagra hace maravillas, pero no es aconsejable tomarlo a los 66 y mucho menos a los 69. Sus efectos secundarios afirman los expertos, pueden resultar de los más negativos.

También me ha llamado la atención que el agredido afirme que al principio -12 abriles- no cayó en la cuenta de lo que le hacía el mosén, pero que luego, a los 15, gracias a unas clases de sexualidad en el instituto, comprendió que aquello era muy feo, lo que le provocó trauma, denuncia y tratamiento psicológico, todo incluido.

Y miren ustedes, uno es crédulo por naturaleza, y está dispuesto a creer que curas infames se dedican a abusar sexualmente de menores a domicilio, con familiares de éstos presentes, y a los 66-69 otoños vencidos. Ahora bien, que un chaval de 12-15 años, en el siglo XXI, en los madriles, no sepa que alguien se lo está beneficiando, y que reciba la luz con unas clases de sexualidad en el Instituto, pues hombre, digamos que bien, que es posible, pero más bien poco probable.

Y es que la pederastia, disparada desde que lo gay se convirtió en el orgullo gay, debe ser perseguida con dureza. Si, encima, es un cura el culpable, el rigor aún debe ser mayor. Pero la mentira también debe ser perseguida.

Por cierto, encantador el testimonio del catequista acusador: tras responsabilizar a la Iglesia de no colaborar en su guerra yo, la verdad, con tantos interrogantes, me lo pensaría- nuestro fiscal aficionado recuerda que la acusación viene de dentro, tan de dentro que ha creado su propia asociación, naturalmente de lo más intraeclesial. No le van a creer: lo hace por amor al Cuerpo Místico.

Eulogio López