2 de febrero, día de la Vida Consagrada. Como el abajo firmante está casado con mujer navarra, naturalmente tiene una tía política monja.

Los forales no son muchos -unos 650.000- pero se dejan notar, y todo ello tiene un parentesco clerical: donde menos te lo esperas, aparece un fraile o una religiosa.

Pues bien, mi señora tía ha cumplido 50 años en la Compañía de María y lleva más de 12 en Albania, ese país tan maoísta que bajo la égida de Enver Hoxha logró superar a Mao en barbaridades cometidas contra la humanidad.

Y allí, en Tirana, ha fructificado su formación de religiosa recibida en España: misionera entre las miserias espiritual y material y con una vocación de servicio a un pueblo machacado por el comunismo.

Es curioso: a lo largo de la historia de la Iglesia, las crisis han venido, casi siempre, por parte del clero secular, que en ocasione ha alcanzado grados de relajación ciertamente peligrosos. Y han sido las órdenes mendicantes en el siglo XIII -o los jesuitas en el barroco- quienes han tirado del carro.

Hoy, por contra, es el clero regular, el más servicial, el que anda en crisis. Según yo lo veo la razón es clara: la modernidad ha perdido dos sentidos: el del voto y el del servicio. Los clérigos regulares con voto -es decir, compromiso- y servicio, vehiculado a través de la oración por los demás  y de la obediencia, a sus superiores y a Roma, como referencia final.

Hoy en día nadie quiere comprometerse con un voto -que es lo que dignifica al hombre- y nadie quiere servir. Pues bien, es lógico que no sólo sufren las órdenes religiosas, sino los matrimonios (¿Qué es el matrimonio sino un voto, un compromiso?).

Y por cierto ese ideal de servicio al prójimo siempre ha sido la gloria, no ya de las consagradas, sino de toda mujer, el servicio es la gloria de la humanidad. Justamente por eso, el feminismo, que es lo opuesto a la feminidad, brama contra el servicio, quizás porque confunde servicio con servilismo, que representa el otro extremo del péndulo.

Mi tía monja navarra ha redescubierto su sentido de servicio en Albania porque los albaneses necesitaban ayudas. Allí se ha hecho más santa y, además, más femenina.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com