Dicen que los tiempos cambian. Falso. Siempre fueron los mismos. La fidelidad, el amor, el relativismo, las falsas creencias son de toda la vida.

Piedad Sánchez de la Fuente indica cuáles son los mejores caminos para salir del hastío mundano.

Sr. Director:

La fidelidad y el relativismo moral no se llevan bien, son como el día y la noche.

Y, es normal. Mientras la primera se entrega plenamente a una idea, a una persona, a un amor divino o humano, el segundo alimentado por el egoísmo y por no complicarse la vida, meta de la misma se adapta a lo que más conviene sea verdadero o falso.

El relativista hace bandera del dicho popular "nada es verdad ni mentira, y sólo depende todo del cristal con que se mira". Pero eso no es así, eso es lo cómodo cuando se trata de pequeños asuntos sin mucha importancia pero es una cobardía y una infamia cuando afectan a los temas trascendentes del hombre y sus derechos.

La persona fiel es digna siempre de respeto, incluso cuando está equivocada, se le nota que defiende lo que cree renunciando a ventajas de todo tipo si cediera en sus ideas. El otro, el que cambia de chaqueta según convenga en el momento ese, a la larga y a la corta, no tiene el respeto de nadie.

Y no me refiero a la política que también, me refiero a los que contraen matrimonio y son incapaces de guardar fidelidad a ese amor que prometieron ante Dios o ante un juez. Hablo también de los padres que por comodidad dejan a un lado su obligación de educar a sus hijos en el amor al bien y a la verdad.

Padres que han olvidado que el mejor maestro es el ejemplo y se escandalizan de cómo está la sociedad cuando ellos son un ejemplo de lo más negativo que hay en ella. Padres que tienen como valor absoluto el dinero y la comodidad, un coche más potente, unas vacaciones cada día más lejanas y más exóticas y tantas cosas que no escribo porque serían interminables.

Tenemos que cambiar esa felicidad que todos buscamos por ese camino. Pues, por ese camino sólo vamos al cansancio, al hastío y a no encontrarle sentido a la vida, pero no lo dudéis, lo tiene. Sólo hay que buscarlo poniendo el alma en ello, en donde vale la pena ponerla.

Piedad Sánchez de la Fuente

psanchezfu@gmail.com