La práctica totalidad de los medios periodísticos ha coincidido en la misma interpretación de las dos últimas noticias económicas: el informe del FMI que predice el fuerte crecimiento económico de España, y la modesta elevación de los costes laborales en España. La mayoría de ellos para apoyar al Gobierno Zapatero, la minoría para decir que la buena marcha de la economía española se debe a Rodrigo Rato y al Partido Popular y para animar las famosas reformas que, en román paladino, consisten en reducir los salarios.

Las dos noticias son que el FMI considera que la economía española crecerá un 3,2% en el 2005 es decir, que eleva su previsión- al tiempo que duda sobre la capacidad de nuestros colegas europeos para mantener el ritmo. En otras palabras, que con el PSOE la economía aún crece más que con el PP.

Por otra parte, los medios, especialmente los diarios especializados en economía, animan al Gobierno a llevar a cabo las famosas reformas, dado que los costes laborales parecen controlados: flexibilidad laboral, etc. Al parecer, los costes laborales totales (salarios netos y todos los impuestos laborales que rodean esa cifra) han crecido un 3,4% en el periodo que se cerró el pasado 30 de junio. Los más acendrados neoliberales podrán hablar de costes disparados, supongo. Naturalmente, al público se le ofrecen las cifras del crecimiento de los costes laborales, y no la comparación de salarios entre España y Europa: recordemos que España es uno de los países con salarios más bajos de la Europa de los 15, pero nuestros gurús económicos han decido que no debemos compararnos con franceses, ingleses o alemanes, sino con polacos, checos o lituanos, que trabajan más, cobran menos y están deseando huir de su países hacia tierras más acogedoras, por ejemplo, España.

No sólo eso. Con el diálogo social parado, las empresas, especialmente esas que según nuestros gurús económicos, tanto del PP como del PSOE, aportan valor añadido, por ejemplo las consultarías tecnológicas, se dedican a explotar a sus JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados) echando manos del exceso de mano de obra ultra-cualificada, y de instrumentos como la movilidad geográfica, o el abuso de horas extra.

Un ejemplo, una de las más famosa multinacionales de consultoría financiera e informática, llamaba ayer a cuatro de sus técnicos (los cuatro a punto de cumplir los 30 años) para aconsejarles que aceptaran un encargo ¡en la Argentina!, lo que les tendría ocupados en el país austral hasta junio de 2006. No les subirían el sueldo ni habría incentivos, claro está, pero tendrá la inmensa suerte, oh sí, de poder viajar a ver a los suyos cada 45 días. La empresa es así de generosa, e incluso les paga el viaje en turista, o quizás en una compañía de bajo coste.

Dos de ellos se acaban de casar, y dos de ellos querían hacerlo, aunque quizás retrasen la boda. Naturalmente, ninguno tiene hijos y, en estas condiciones, resulta bastante comprensible. En la delegación española de la firma no existe representación sindical (los sindicatos son para los obreros, no para los yupis), y tampoco tienen convenio, algo que todavía no he entendido, por lo que se rigen por la normativa general.

Pero nuestros políticos, el vicepresidente Solbes, por ejemplo, lo tiene claro : hay que flexibilizar el mercado laboral. De esta forma, en lugar de enviarles un curso entero a la Argentina, podrán enviarles a Malasia, tierra de promisión cuya incorporación al mundo libre bueno, al capitalismo, pero se supone que hablamos de sinónimos- constituye ya una hermosa realidad. ¡Jodó con el valor añadido!

Pero no nos engañemos. La culpa de esta explotación de los JASP la tienen los propios jóvenes: apedrean poco a los miembros del Consejo de Administración y ni se les ocurre quemar el despacho del jefe. Y claro, el que calla, otorga.

Eulogio López