A continuación recogemos las reacciones de los lectores a la carta del director publicada el lunes 10 bajo el título La misericordia de Dios es infinita: ¿y la paciencia?

Sr. Director:

No es la primera vez que me dirijo a usted en este periódico que repaso a diario y tan buenos ratos me proporciona. Soy párroco de siete parroquias y hay algunos artículos que se los paso a feligreses más cercanos para compartir y comentar. Recientemente en el artículo que comentaba la lamentable situación en que se encuentra la ciudad de Ubrique en lo que atención pastoral se refiere, le contestaba con un pobre testimonio personal.

Ahora sin duda otra, pero esta vez dándole totalmente la razón, pero vista desde la otra parte. Soy joven (27 años) y aunque sé que es cierto que lo importante de la celebración sacramental no es la rúbrica y la norma, me esfuerzo por cumplirlas todas y cada una, con la mayor devoción que el Señor me permite al celebrar. En las parroquias hemos implantado ya los pequeños cambios que trae la tercera edición de los Prenotandos del Misal Vaticano, sobre todo ese levantarse un poco antes de lo que venía haciéndose (aunque hay gente que no diferencia el "Levantemos el Corazón" de "Levantemos las posaderas del banco"). El caso es que el día de san José de este año, al finalizar misa dije unos cuantos comentarios, entre ellos repetir por enésima vez cómo se puede recibir la Sagrada Comunión (de rodillas en la boca -modo que ha caído en desuso por su incomodidad-; en la boca o en la mano DIGNAMENTE). Cuando empecé a explicar esto la gente empezó a salirse del templo. Después comenté que excepto en caso de enfermedad o de mucha concurrencia o falta de espacio, en la consagración era obligatorio arrodillarse. Y aquí todavía se salió más gente. Lo he repetido, desde entonces, tres o cuatro veces más, y la gente continúa haciendo lo que le viene en gana. Ante esta situación, ¿qué hacemos los sacerdotes? Es verdad que hay muchos sacerdotes (y no hablemos los que pertenecen al clero regular) que no respetan normas ni les interesan, pero hay otros que sí y nos hierve la sangre cuando vemos que los cristianos "pasan" de lo que dice la Iglesia. Es algo a tener en cuenta que nos debe hacer reflexionar, porque en esto que no supone esfuerzo no se cumple, ¿que se hará en lo que exige sacrificio y renuncia?

En definitiva, estamos en un tiempo de cristianos cómodos y que no se fían de lo que recomienda la Iglesia. Tiempos no de pecado, porque pecado siempre ha habido y habrá hasta que venga el final de los tiempos, sino de apatía, donde los que llenan las Iglesias ni se convierten, ni dejan a menudo que los demás se conviertan, ni quieren convertirse.

Juan José Monfort Vallés

juanjomonfort@hotmail.com

Sr. Director:

Coincido con usted en que se está haciendo una especie de "hapening" o fiesta muy mal entendida con la Eucaristía y desde luego que hay abusos en el momento de dar la sagrada hostia. Da escalofríos ver como se llevan la Sagrada Forma en la mano como el que se lleva un canapé del que hacen uso bastante tiempo después en el banco o donde sea. Algunos curas se recrean en la homilía o en los cantos y luego la consagración es volar y para la distribución de la Sagrada Forma utilizan laicos, monjas y todo para que la "cosa" sea rápida. Así mismo, en el momento de la consagración, los fieles no se ponen de rodillas e incluso hay iglesias que han suprimido los reclinatorios. No tengo dudas de que hay curas que tienen su parte de responsabilidad en este asunto tan importante y al que no le prestan atención.

Eduardo Rodriguez Vilches

rodriguezvilches@hotmail.com

Sr. Director:

Vivo en la Diocesis de Madrid y desconocía la lectura de tal documento. En mi Parroquia no se leen esas cosas, ni la carta de nuestro Cardenal apoyando la manifestación en defensa de la familia, ni nada. ¡Primero arreglemos nuestra casa! ¿Cuando se llamará al orden a Párrocos y Obispos díscolos?

José Barco

barcoabogado@terra.es