Me cuenta un empresario madrileño que, durante un viaje a Barcelona, cogió un taxi camino del aeropuerto. Ese día, no sabe por qué, los taxistas de la ciudad condal habían programado un cato de protesta consistente en bloquear la entrada al Prat, por lo que algunos pasajeros se las vieron en figurillas para llegar a su vuelo. Por supuesto, no se avisó a nadie: ¿Para qué

Es una España en huelga permanente, justificadas o no, porque ha habido ajustes muy duros, pero, y esto es lo que me interesa, donde se toma como rehenes a los ciudadanos sin el menor pudor.

Otro ejemplo: la Junta de Andalucía no paga a las empresas de 'catering' escolar de  de Sevilla y Huelva. Pues bien, las tales empresas dejan sin comer a los niños: que se fastidie Griñán. Oiga, a unos niños no se les deja sin comer de la noche a la mañana.

Hablo de jueces, médicos, profesores, empleados del Metro o periodistas de Telemadrid.

El problema no es ya es que prive el interés público sobre el bien común. No, es que, además, el interés privado chantajea al interés público de la mayoría. Todos somos rehenes del descontento de algunos. Y si no salimos de ahí no saldremos del fango en el que estamos metidos.

Eulogio López

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