Sinceramente, prefiero una España cabreada a una España deprimida. Pero me temo que los agonías le están ganando la partida a los indignados y eso que sobran motivos para la indignación real, no para la de los majaderos del 15-M.

La mañana del jueves me la pasé escuchando a los otros majaderos, sus señorías. En nombre de los huérfanos y los desheredados, cada cual contaba su salmodia y echaba la culpa al Gobierno de lo que ocurría. El espectáculo recordaba a esas familias que se pelean por la herencia con el abuelo aún agonizante. Y lo gracioso es que los partidos políticos españoles se enzarzan a golpes por una herencia vacía.


España no tiene remedio mientras sea una España cainita, donde el enemigo está dentro. El ajuste de Rajoy no habría sido necesario si Alemania y nuestra querida Unión Europea no se dedicasen a extorsionar la deuda española.

Hasta el Gobierno acepta el castigo: hemos gastado más de lo que teníamos, aseguran Rajoy y su ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro (en la imagen). Quizás, pero no menos ni más que los demás, y resulta que a alguno de los demás sólo le exigen un interés del 1% mientras a nosotros nos piden el 7%. El Gobierno se comporta como el secuestrado poseído por el síndrome de Estocolmo, intentando encontrar en su raptor y en sus errores pretéritos la causa de su merecido secuestro.

Todo el plan de ajuste de Rajoy se lo llevará el próximo medio punto de interés del bono de referencia, a diez años. Y los nuevos sacrificios no habrán servido para nada.

En esas circunstancias, lo lógico es que la izquierda, los nacionalistas, los indefinibles de UPyD, el Foro de Asturias y siga usted contando, hubieran rendido sus principios inalienables y hubieran apoyado al Rajoy. Vamos, Mariano, lánzale un ultimátum al BCE, que todos te apoyamos. A ver, amiga Merkel, amigo Draghi: o hacéis que los especuladores dejen de extorsionarnos o nos vamos del euro y el euro se va a freír espárragos.

Pero no, el enemigo es Bruselas pero Rubalcaba, Cayo Lara, Durán Lleida, Erkoreka, etc., etc., no lo sienten así. El enemigo es el PP, es la derecha, es el compatriota, es el de al lado.

Y lo más grandioso es que todos aseguran hablar en nombre de los electores cuando lo cierto es que los electores están hartos de todos ellos, de la forma menos sectaria: sin distinción de ideologías.

Y luego están los sindicatos, apuntándose a un bombardeo. Manifestación en la noche veraniega madrileña: "Quieren arruinar el país, hay que impedirlo, somos más". No, no son más, son menos, sólo que gritan más. Toxo y Méndez quieren seguir imponiendo la sociedad subvencionada, en la que ellos imponen y el resto obedece.

España no necesita un cambio de modelo económico: necesita un cambio de clase política y sindical.

Concluyendo: Rajoy se ha equivocado en su política económica pero ahora mismo hay que estar con el equivocado. Porque el enemigo no es él, el enemigo es Europa y, sobre todo, la especulación financiera.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com