Sr. Director:

En el país democrático en que vivimos, donde el respeto y la tolerancia deben ser valores de convivencia, sería un radicalismo fervoroso querer imponer los unos a los otros una determinada educación. Esto es más propio de ideologías rencorosas y de prejuicios asumidos que de un espíritu abierto y constructivo.

Dejémonos de argumentos pueriles y centrémonos en lo que verdaderamente nos tiene que importar, en los problemas acuciantes de la educación. Tenemos que ser partidarios de la formación en valores, sin importar en qué institución donde se dé. Esto último corresponde a cada familia optar y al Estado garantizarlo.

La educación que queremos que reciban nuestros hijos y que estamos demandando la inmensa mayoría de los españoles es la que acabe con el fracaso escolar, que se prime el esfuerzo de un trabajo bien hecho, que reine el respeto y el orden, que ayude a crecer a futuros ciudadanos implicados en conseguir una mayor calidad de vida y un progreso solidario con nuestro mundo.

Jesús Ángel Orea Sánchez

jesusorea@ono.com