Cuando un presidente se va, los medios de comunicación afines o los hagiógrafos de turno, suelen cantar las alabanzas del políticamente finado. Lo que me asombra es que no he visto ninguna loa del presidente saliente.

 

Es más, se repite, ya sin ambages, aquello del "peor presidente de la democracia española".

Curioso, porque nadie como Zapatero, ni tan siquiera Felipe González, recibió tantos parabienes durante sus años de gloria. El hombre del buen talante gozó de ditirambos en todas las tribunas públicas. Desde el comienzo sacó de quicio a la oposición, naturalmente, pero sus apoyos se volcaron en alabanzas hacia su persona. Ni su rencor guerracivilista, ni sus liberticidios, ni su odio al cristianismo, ni su manifiesta incapacidad para entender por donde iba el mundo y por donde iba la economía, sirvieron para que la llamada opinión pública se levantara en armas. Todo lo contrario, le aplaudía como el acabose de la tolerancia.

Su antecesor socialista en el cargo, Felipe González, se fue rodeado de la admiración de los militantes socialistas, mientras hablar hoy en el partido de Zapatero, sea rubalcabista o chaconista, constituye el camino más fácil hacia la jubilación política.

Por contra, Mariano Rajoy ha conseguido una mayoría absoluta a pesar de que continúa sin ser un personaje popular. Y los ZP y los Mariano revelan que los españoles ya no quieren gobiernos sino 'gestiernos'. Los principios han desaparecido de la vida pública y ahora valoramos a los líderes por los resultados económicos o mejor, por cómo me va a mí, no por sus ideales.

Y esto no es nada bueno, que conste, por varias razones:

Adultera la democracia: si la eficiencia es el único termómetro de la actividad pública lo mejor sería suprimir las elecciones y llamar a un cazatalentos para que nos busque, no un presidente del Gobierno, sino un CEO empresarial. Además, si lo único que importa es la eficiencia, no todos deberían votar: sólo los expertos.

En segundo lugar, obviar los principios como eje de la acción política resulta peligroso para las libertades. Por ejemplo, en materia economía cualquier CEO que tratara a España como a una empresa decidiría que el sistema más rápido para salir de la crisis es el modelo chino: salarios de miseria para competir en un mercado globalizado. Seguro que la economía española mejoraría mucho pero las economías de los españoles empeorarían... ligeramente.

En cualquier caso, que alguien escriba un buen epitafio para Zapatero. Lo manda el protocolo. Podría ser alguna feminista, que son las únicas que le han apoyado en el tramo final.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com