• El Papa Francisco asegura que "nuestro sistema económico mundial ya no se aguanta porque hemos puesto al dinero en el centro".
  • Y añade: "En el centro debe estar el hombre y todo lo demás debe estar al servicio de este hombre".
  • La "idolatría del dinero" descarta a los jóvenes (se limita la natalidad), a los ancianos "porque ya no sirven, ni producen".
  • Sobre el paro juvenil: "Descartamos toda una generación por mantener un sistema económico que para sobrevivir debe hacer la guerra".
  • Sí, hay persecución: "Estoy convencido de que la persecución contra los cristianos hoy es más fuerte que en los primeros siglos de la Iglesia".
  • El viaje a Oriente Próximo no fue "para nada un acto político sino que era un acto religioso: abrir una ventana al mundo".
  • "La estructura mental del fundamentalismo es violencia en nombre de Dios".
  • "Mi oración es judía, y luego tengo la eucaristía, que es cristiana".
  • "Me da un poco de urticaria existencial cuando veo que todos se la toman contra la Iglesia y Pío XII".
  • "La secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso".

Espléndida entrevista la de Henrique Cymerman al Papa Francisco, hoy, en La Vanguardia. El Pontífice, como siempre, habla de muchas cosas y contesta con una precisión calculada. Vamos, que no se presta a interpretaciones torticeras, como otras veces. Es muy claro y deja perlas inevitables para la reflexión de todos, sean de aquí o allá, de este lado o del otro, lo cual, por otra parte, es lógico, teniendo en cuenta que hay pocas realidades tan globales -el mensaje es universal- como la Iglesia.

Vamos por partes. Es sorprendente lo que dice de la persecución a los cristianos, sistemáticamente silenciada en los medios de comunicación. Tras constatar que el tema le "toca de cerca como pastor", añade que quiere "dejar claro una cosa: estoy convencido de que la persecución contra los cristianos hoy es más fuerte que en los primeros siglos de la Iglesia. Hoy hay más cristianos mártires que en aquella época. Y no es por fantasía, es por números". A uno, que piensa en las persecuciones de Nerón o Domiciano, se le ponen los pelos de punta, sobre todo porque el Papa dispone mejor que nadie de esos datos.

En la entrevista tienen un protagonismo especial el viaje a Oriente Próximo y la economía.

Economía. El Papa explica sin titubeos porqué el actual sistema económico no es bueno. Entre otras razones, porque "en el centro de todo sistema económico debe estar el hombre, el hombre y la mujer, y todo lo demás debe estar al servicio de este hombre. Pero nosotros hemos puesto al dinero en el centro, al dios dinero. Hemos caído en un pecado de idolatría, la idolatría del dinero". Antes de pasar a más, precisa otra verdad indiscutible por evidente: "Está probado que con la comida que sobra podríamos alimentar a la gente que tiene hambre".

Y después, ojo a la explicación, el Papa Francisco traza un diagnóstico de situación y diagnóstico de solución. "La economía se mueve -afirma- por el afán de tener más y, paradójicamente, se alimenta una cultura del descarte". ¿A quién descarta: a los jóvenes cuando se les limita la natalidad, a los ancianos "porque ya no sirven, no producen, es clase pasiva…" Y descartados unos y otros "se descarta el futuro de un pueblo porque los chicos van a tirar con fuerza hacia adelante y porque los ancianos nos dan la sabiduría, tienen la memoria de ese pueblo y deben pasarla a los jóvenes".

Añade más, el problema de las alarmantes tasas de paro juvenil, uno de los principales 'descartes'. "Descartamos toda una generación por mantener un sistema económico que ya no se aguanta, un sistema que para sobrevivir debe hacer la guerra, como han hecho siempre los grandes imperios. Pero como no se puede hacer la Tercera Guerra Mundial, entonces se hacen guerras zonales".

El Papa apunta directamente a la responsabilidad de las grandes "economías mundiales que sacrifican al hombre a los pies del ídolo del dinero" y se refiere después a la globalización, que "bien entendida es una riqueza", pero que mal entendida "anula las diferencias".

Viaje a Oriente Próximo. En la entrevista tiene un apartado especial el reciente viaje del Papa a Palestina e Israel, una zona particularmente azotada por la violencia. ¿Qué le preocupa: una contradicción, "la violencia en nombre de Dios", que se condensa en el fundamentalismo y que ya no se corresponde con nuestro tiempo. "La estructura mental del fundamentalismo es violencia en nombre de Dios", dice el Papa.

El Papa aclara que ese viaje no era "para nada un acto político -eso lo sentí de entrada- sino que era un acto religioso: abrir una ventana al mundo". Importante matización porque en esa clave fue interpretado por la prensa que se autodenomina progresista, que es incapaz de ver el sello sobrenatural en las decisiones del Papa. El Papa añade, con ironía, que no se metió, como le formula en su pregunta Cymerman en ningún ojo del huracán. "El verdadero ojo del huracán, por el entusiasmo que había, fue la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro el año pasado", apunta el Papa.

También se le pregunta ¿por qué es importante para todo cristiano -como ha hecho el Papa- visitar Jerusalén y Tierra Santa, y la respuesta es asombrosamente hermosa: "Por la revelación. Para nosotros, todo empezó ahí. Es como 'el cielo en la tierra', un adelanto de lo que nos espera en el más allá, en la Jerusalén celestial. En la misma línea, explica mejor lo que dijo hace un año de "dentro de cada cristiano hay un judío". El Papa se expresa en estos términos: "Quizá lo más correcto sería decir que 'usted no puede vivir su cristianismo, usted no puede ser un verdadero cristiano, si no reconoce su raíz judía'. La simbiosis papal despeja cualquier interpretación: "Yo rezo todos los días el oficio divino con los salmos de David. Los 150 salmos los pasamos en una semana. Mi oración es judía, y luego tengo la eucaristía, que es cristiana".

Del viaje a Oriente Medio al holocausto. La idea del Papa Francisco es abrir los archivos del Vaticano sobre esos hechos porque "traerán mucha luz". En positivo, como debe ser. No abandona el tono para explicar la injusticia histórica cometida con Pío XII, sobre el que pesó una de las campañas más infames lanzadas contra un Papa. La Iglesia ha aclarado tantas veces los hechos como veces se han vertido contra él las mismas calumnias. En este caso sí que se ha hecho realidad el dicho de calumnia que algo queda. Pues bien, así contesta el Papa: "Lo que me preocupa es la figura de Pío XII, el Papa que lideró la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial. Al pobre Pío XII le han tirado encima de todo. Pero hay que recordar que antes se lo veía como el gran defensor de los judíos". El Papa repasa después la labor del Pontífice para salvar judíos en las más insólitas circunstancias. Lo que sigue no tiene desperdicios: "También quiero decir que a veces me da un poco de urticaria existencial cuando veo que todos se la toman contra la Iglesia y Pío XII y se olvidan de las grandes potencias".

El Papa entra también en la actualidad, en el proceso de secesión en Cataluña o en el impacto del avance del ateísmo, que se gesta, en las ideas del siglo XVIII, motivado en gran parte por la separación de fe y razón y por el mito de la ciencia y el avance tecnológico. "El enfrentamiento entre ciencia y fe -afirma el Papa- tuvo su auge en la Ilustración, pero que hoy no está tan de moda, gracias a Dios, porque nos hemos dado cuenta todos de la cercanía que hay entre una cosa y la otra. El papa Benedicto XVI tiene un buen magisterio sobre la relación entre ciencia y fe. En líneas generales, lo más actual es que los científicos sean muy respetuosos con la fe y el científico agnóstico o ateo diga "no me atrevo a entrar en ese campo".

Sobre el proceso soberanista catalán, contesta sobrevolando, como es lógico –"toda división me preocupa"-, pero hace una observación muy interesante: "Escocia, la Padania, Cataluña. Habrá casos que serán justos y casos que no serán justos, pero la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso".

Hay dos momentos, por último, en los que emerge un Papa muy humano. Uno, cuando se le pregunta si se siente todavía un párroco, a lo que contesta: "Apago la luz para no gastar mucha plata, por ejemplo. Son cosas que tiene un párroco. Pero también me siento Papa. Me ayuda a hacer las cosas con seriedad". El segundo cuando le preguntan sobre a quién apoya en el Mundial de fútbol: "Los brasileros me pidieron neutralidad (ríe) y cumplo con mi palabra porque siempre Brasil y Argentina son antagónicos".

Mariano Tomás

mariano@hispanidad.com