Sí, la economía española mejora el déficit público pero por la mayor presión impositiva.

Sí, la inflación se aproxima al deseado 2% que reclama una economía sana pero por el incremento de los impuestos (IVA) en productos de primera necesidad, los que no pueden dejar de consumirse ni aún en tiempos de crisis. Sí, las grandes compañías han aprovechado el primer semestre para sanear balances, reduciendo deuda (o aumentando provisiones para paliar la morosidad en el caso de los bancos) pero lo hacen reduciendo gastos, también de personal y congelando o reduciendo salarios, es decir, que vivimos peor.

Sí, las grandes empresas marchan mejor, pero la micropyme, la que crea empleo, y los profesionales y autónomos, los trabajadores más productivos y que crean más empleos que las multinacionales, siguen convirtiendo en asalariados o caen en el paro.

Sí, hay crédito para productos solventes, como asegura el consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz, pero el insigne banquero entiende por ello que sólo hay crédito para la gran empresa, no para los emprendedores.

Y ojo, porque muchas grandes empresas, como la de automoción, han tenido un gran semestre gracias a las subvenciones públicas, que tocan a su fin, con lo que volverán a provocar despidos.

Sí, la balanza comercial mejora, pero sólo porque consumimos menos productos importados, es decir, porque vivimos peor. Sí, estamos reduciendo la deuda privada, pero sólo porque no podemos comprometernos con más deuda pública. En definitiva, estamos saliendo de la crisis porque habíamos tocado fondo y no podíamos caer más bajo.

Además, sí es verdad que el Estado no disminuye de tamaño: paga menos a los funcionarios y a los pensionistas pero no reduce su tamaño, como no lo reducen la mayoría de las comunidades autónomas, asignatura pendiente que nadie se atreve a afrontar. Al final, el Estado no adelgaza, que es lo bueno, sino que engorda, porque no hace más que crear nuevos impuestos y nuevas tasas. El copago sanitario y educativo es una fórmula perversa por la que el Estado engorda y las familias adelgazan, justo al contrario de lo que debiera ocurrir.

Volvemos así a la fórmula perversa, tontamente aceptada por muchos, de que la economía española va bien y la economía de los españoles marcha mal y que cada vez seamos más pobres y menos libres.

En este escenario, resulta ligeramente irritante que el caradura de Zapatero asegure que las cosas van mejor e incluso se arrogue el mérito de la mejoría. Pero es lo que tenemos y sólo nosotros somos responsables de tenerlo. La verdad es que, cuando uno mira la alternativa pepera, el consuelo no llega. A día de hoy, el principal deber político de Juan Español consiste en buscar alternativas a los dos grandes partidos.

En cualquier caso, la economía española mejora, no tenía otro remedio, pero gracias al sacrificio, a veces heroico, de los españoles.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com