La droga es el ataque más grave que sufre la sociedad actual. Un ataque cuyas consecuencias alcanzan a todos, pero son especialmente víctimas los jóvenes, nuestro caudal más valioso.

Se emitió una campaña publicitaria destinada a los jóvenes, en edad escolar, avisándoles de los peligros de la droga, bajo el lema: Drogas. ¿Te la vas a jugar?, la acción promocional apela a la responsabilidad de los adolescentes y pretende generar "una cultura de rechazo a las drogas".

Las drogas son ilegales porque son peligrosas, no son peligrosas porque sean ilegales, aseveró en una conferencia Antonio María Costa, director de la Oficina de la ONU para las Drogas y el Delito. Esta institución ha difundido su estudio 2008, sobre el consumo de los estupefacientes. Costa ha prevenido de los tópicos propagados para evidenciar el derroche de los alcaloides, como la embustera aserción de que las pastillas no matan ni extienden el sida.

Por otra parte, la redactora Nicky Taylor que entraba en un plan, con el que la cadena televisiva BBC del Reino Unido, anhelaba indagar lo perjudicial que es humear estupefacientes. Taylor se sintió aterrorizada. Estaba tan asustada que no podía levantarse de la silla. Ése ha sido uno de los momentos más horribles de su vida. Se trataba de saber cuáles son las secuelas que la droga fustigaba en su cerebro; quería saber si la droga conduce a la locura. Así que partió para Holanda y empezó a trajinar en una de las tabernas legalizadas para comerciar narcóticos.

Se propuso la faena de ensamblar un mueble, cuando ya estaba drogada, terminó en el sofá, sin sentido, con todas las piezas del armario esparcidas por el suelo. La droga había acabado con su capacidad de raciocinio. Luego de un mes humeando cannabis, "sentía como si mi cerebro se hubiera convertido en un líquido viscoso".

El consumo de estupefacientes produce un deterioro físico y psíquico que transforma el paraíso de unos instantes en un prolongado e insoportable infierno. La droga es un camino de ida, sin retorno.

Clemente Ferrer 

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