La descentralización no se está mostrando como una buena idea para luchar contra los incendios forestales. El caso de Castilla-La Mancha, cuyo Gobierno pidió ayuda al Gobierno central con retraso, y despreció el que le ofrecían desde la vecina Madrid, ha puesto el problema sobre la mesa. Además, si hay víctimas personales, entonces el protagonismo es de Protección Civil, si se trata de árboles, las competencias son de Medio Ambiente. Luego intervienen voluntarios, bomberos, policías, soldados, sanitarios, meteorólogos, etc., lo cual en ocasiones multiplica el caos de coordinación.

Si a ello le añaden el solapamiento entre la administración central, la autonómica y la local, entonces el caos puede convertirse en simple desastre. Tras Guadalajara comienzan a sonar las voces que piden la creación de una Agencia Nacional de Protección Civil, que coordine todos los esfuerzos en caso de catástrofe, aunque merme competencias a las Comunidades autónomas. Porque los árboles vuelven a crecer, pero las personas muertas, no.