Sr. Director:
El 25 de marzo se celebró el Día de la Vida, que coincidió con la Fiesta de la Anunciación del Señor.

 

Con ese motivo, en algunas ciudades, como Madrid, Valladolid, etc., las asociaciones civiles se manifestaron en la calle para reivindicar el derecho de todos a vivir, y, también, se celebraron, con gran solemnidad, Vigilias por la Vida en catedrales, presididas por el Arzobispo, el Obispo o el Vicario General.

En Valladolid, el día 26; en Zamora, el día 25 y en Madrid, el día 24, organizadas por la Delegación de Familia y Vida con la Asociación Evangelium Vitae, presente en esas localidades. En otras ciudades, como Bilbao, Granada, Santiago de Compostela, Pontevedra, A Coruña, etc., se organizaron Eucaristías con la misma finalidad de orar y reparar por la causa de la vida. Así, los católicos secundamos el apremio de Juan Pablo II en su Encíclica Evangelium Vite: "Es urgente una gran oración por la vida que abarque al mundo entero (...)". El movimiento por la vida es imparable y, con Jaime Mayor Oreja y otros parlamentarios europeos, ha saltado a la Eurocámara, por lo que la cultura de la muerte tiene los días contados.

Asentadas en la realidad, estas palabras de la Conferencia Episcopal Española para la Jornada por la Vida 2012: "Todos los seres humanos son iguales en el derecho a la vida. Esta igualdad es la base de toda auténtica relación social, que, para ser verdadera, debe fundamentarse sobre la verdad y la justicia, reconociendo y tutelando a cada hombre y a cada mujer como persona y no como una cosa de la que se puede disponer.

Además, la encarnación de Jesucristo ha elevado al nivel más alto la dignidad de la vida humana".

Josefa Romo Garlito