Hay que reconocer que el Gobierno Socialista trae de cabeza a los principales analistas políticos tanto próximos como ajenos al albur de la situación política catalana. Tras la renuncia de Pasqual Maragall a encabezar la lista de los socialistas catalanes a la Generalitat, todo el mundo parece haber caído del guindo, cuando lo cierto es que estamos viendo un guión escrito muchos meses atrás y en el que no se han dado variantes.
 
Fue Hispanidad el primero en hablar de las dos cuestiones por las que ha pasado toda la política española a lo largo del curso político que ahora termina. El cambio de ERC por CiU en la predilección de Zapatero (CiU huele mejor que los independentistas de Carod y la defenestración de Maragall por José Montilla). En el fondo, todo lo que ha ocurrido en el curso político que ahora concluye- con excepción del asunto ETA que además viene a ser el epílogo de la cuestión catalana- lo contó Hispanidad un 18 de octubre de 2005 y lo completó un mes después el 25 de Noviembre, los mimbres del canasto siguen siendo hoy, 22 de Junio de 2006, exactamente los mismos. Democráticamente hablando y con una abstención en el referéndum catalán del 50% no se puede decir que Zapatero haya obtenido un gran éxito pero si es cierto que su triunfo político, es decir, mantenerse en el poder con el apoyo del nacionalismo catalán lo ha conseguido con creces. Que Montilla iba a sustituir a Maragall como candidato a la Generalitat no es una cuestión de anteayer sino de seis meses atrás. Los fontaneros de Moncloa han conseguido que todo el mundo mediático pro-PSOE y pro-PP camine muy por debajo de sus iniciativas, sólo hay una cuestión aún no resuelta y a la que, curiosamente, se le está dedicando poca atención, oculta bajo señuelos como el referéndum o la dimisión de Maragall: Las relaciones entre el PSOE y el PSCE, entre el socialismo catalán y su hermano mayor, el PSOE. Si quieren pueden personalizarlo : el enfrenamiento entre ZP y Pepe Montilla. Las claves son las siguientes:

1. El Pacto entre Zapatero y Artur Mas consistía en que el líder convergente se convertiría en presidente de la Generalitat. Para ello se concretaba que llegaría al Palacio de San Jorge, la formación que obtuviera más escaños en el Parlament. Todo el mundo sabe que en Cataluña el PSC obtiene mas votos pero CiU obtiene más escaños, sólo cuando esto se hubiera conseguido, Mas aceptaría que sus hombres y, en especial, el inefable Duran i Lleida entraran en el Gobierno de España y apuntalaran el poder de Zapatero para mucho tiempo. Pues bien, nada de esto acepta Montilla, Montilla quiere ser Presidente de la Generalitat.

2. La segunda cuestión es que Montilla, el guardián de las esencias del PSC -le encanta repetir que el PSC no es la delegación del PSOE en Cataluña sino un partido independiente-, exige que se mantenga la cuota de poder que actualmente posee la Administración Central. Por tanto, dicho de otro modo exige ser él quien nombre a su sustituto en el todopoderoso Ministerio de Industria, Energía, Comercio y Turismo y que debe ser otro catalán, por ejemplo aceptaría al actual Secretario de Estado de Economía, David Vegara.