Los grandes presidentes de las empresas españolas están rondando los 70 años de edad. Como el presidente del BBVA, Francisco González (en la imagen junto a Fainé y Botín), que cumple los 70 este año, pero cuando Hispanidad le pregunta si se va a jubilar, se ríe con displicencia y le remite a su segundo, Ángel Cano, que todavía corre la maratón.

Y es verdad, FG no hace la maratón, aunque obliga a sus guardaespaldas a acompañarle cuando hace 'footing' por los parques madrileños y bilbaínos.

Y luego te contesta que él no tiene intención alguna de jubilarse.

César Alierta va camino de los setenta pero tampoco quiere irse. Se siente a gusto en Telefónica. Ya tiene un consejero delegado, Álvarez Pallete. Y está dispuesto a mantenerse por mucho tiempo. Pongamos diez años.

Isidro Fainé cuenta 72, pero tiene por delante casi tres años para compatibilizar las presidencias de Caixa y Caixabank.

Hasta Emilio Botín, que en octubre alcanzará los 80 años, de repente se le han pasado las prisas por dar el pase a su segunda, Ana Patricia Botín.

Y a este paso es posible que los sesentones Antonio Brufau e Ignacio Galán, también se apunten a la moda de la permanencia. Los tiempos de chairman jóvenes al parecer han pasado a la historia. Y lo que sí es cierto es que Mariano Rajoy mantiene la postura de no entremeterse en la empresa a cambio de no deberles nada a los empresarios.

Pues bien, los empresarios han decidido que no les gusta el límite de edad, sean o no propietarios de sus establecimientos. Todos los mencionados no lo son. Al parecer, la moda de la juventud ha concluido. La gerentocracia se impone de nuevo.

No me pregunten si esto es bueno o no. En el poder político lo tengo claro. Ocho años y a la calle. De otro modo se corrompen. Ahora bien, en el poder económico la experiencia es un grado y, además está la propiedad privada de por medio, aunque es cierto que los grandes empresarios no tienen por qué ser grandes propietarios. Precisamente, ahí empiezan las palabras.

No, no niego un criterio claro al respecto. Lo que sé es que vivimos una conjura de los setentones y, por el momento, los conjurados ganan. Que yo sepa, sólo los gemelos Nadal, don Álvaro y don Alberto tratan de cambiar esa situación, pero me temo que a los gemelos se les va la fuerza por la boca. En el fondo, mandan  menos que un gitano en un juzgado.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com