Las tasas universitarias son innegociables. Plantear una subida de tasas es tener garantía de manifestación estudiantil. Forma parte de un subconsciente colectivo tan enraizado como la gratuidad de la sanidad. Plantear el cobro de un euro por visita médica es tener garantía de que follón.

Y al final, ocurre que la Universidad sobrevive casi exclusivamente por la "respiración artificial" de las administraciones públicas. En el caso de la Universidad Complutense de Madrid, las ayudas de la Comunidad de Madrid ascienden a 348,5 millones de euros del total de 495,6 millones de euros de presupuesto. Los ingresos por tasas apenas alcanzan los 96 millones de euros, el decir, menos del 20% del total de costes.

Y eso está bien. La educación no debe de discriminar por capacidad económica. Pero sí por aprovechamiento académico. No hay derecho a que haya estudiantes que "vegeten" en la universidad que pagamos entre todos. Deben de ser conscientes de que cada vez que se tiran en el césped a tomar el sol o invierten nuestro dinero en campeonatos de mus, están desperdiciando el esfuerzo que los madrileños dedicamos para su formación. Y no sé por qué, pero me temo que no son demasiado conscientes.