El grupo AUNA se desgaja, sin que el Gobierno Zapatero abra el pico. El cable español queda en manos de los fondos Providence y Carlyle, habituales de los pelotazos especulativos en el sector de la fibra óptica (y en otros muchos). El miedo del Ejecutivo socialista a enfrentarse al hombre más rico de España, comienza a ser la comidilla predilecta de la City madrileña.

El periódico de cámara de Emilio Botín, ya ha cronificado la operación: en efecto, tal y como publica en su edición del jueves 14, la empresa de cable ONO ha lanzado una oferta por AUNA Cable, por una cantidad que oscila entre los 2.350 (aquí el periódico se ha equivocado, pues hablaba de 2.300) y 2.600 millones de euros. La anterior oferta, no lo olvidemos, era de 2.700 millones.

¿Por qué flexiona a la baja? Pues porque los accionistas de ONO, Spaincom (General Electric, Bank of America y Caja de Ahorros de Quebec) no estaban dispuestos a pagar la primera cantidad y porque así lo exigen los fondos, principalmente Providence y Carlyle, que serán los que financien la operación y los verdaderos propietarios del cable español a partir del ya formado por las la nueva empresa producto de la fusión entre ONO y AUNA Cable.

La fibra óptica española, la gran infraestructura que queda por desarrollar en España, queda así en manos de dos fondos especulativos, verdaderos especialistas en dar pelotazos con las empresas de cable. Nadie duda que en tres años, revenderán la empresa que controlará la fibra óptica española a un tercero. El Gobierno Zapatero, no ha dicho esta boca es mía ni ha trasmitido su previsible descontento a Emilio Botín. Cuando llegó a La Moncloa, el Gobierno mantenía la teoría de no estar dispuesto a que una licencia otorgada por el Estado sirva para que unos señoriítos den un pelotazo, en presunta referencia al caso Airtel y a la plusvalía obtenida por las familias March, Abelló y Entrecanales.

Y el asunto resulta aún más grave en AUNA, porque otro de los principios del nuevo Gobierno socialista era que Telefónica necesitaba un competidor de telefonía integral, es decir que uniera el móvil y el fijo, y ese operador sólo podía ser AUNA... hasta ahora.

De ahí que en la City madrileña se bromee con los cadáveres que Rodríguez Zapatero debe tener en el armario y que serían bien conocidos por D. Emilio. De otra forma, no se entienden las concesiones ante le hombre más rico de España, que parece vivir al margen de la plática económica del Gobierno.

Por lo demás, la operación estaba cantada desde el momento en que el Santander controla AUNA y es el primer accionista individual de ONO. Al principio aceptó que AUNA compra ONO, pero luego resultó más interesante que ONO comprara AUNA, entre otras cosas porque ONO va a quedar ahora terriblemente endeudada, pero el SCH tenía sólo una participación mínima. Aquí, Botín actúa conforme es habitual en él: vende, financia la operación al comprador... y se queda con una pequeña participación por si acaso no le pagan. Lo hizo en Vallehermoso, lo hizo en Dragados y lo hizo en A-3 TV.

Pero hay más. AUNA es un consorcio que posee, principalmente, telefonía fija, telefonía móvil y una participación en Hispasat. Los principales accionistas son SCH, Endesa, Unión Fenosa y un conjunto de cajas de ahorros. Uno de esos accionistas manifestaba a Hispanidad que el problema viene ahora, entre aquellos socios de AUNA que estén obligados a consolidar, porque afloraran pérdidas. Pérdidas que, por los flujos financieros vigentes en el grupo AUNA, se convertirían en beneficios en el momento en que se venda la operadora de móviles, Amena. En otras palabras, que los socios de AUNA se verán abocados a vender Amena.

Amena la quiere todo el mundo. La desea France Telecom, Deutsche Telekom y Telecom Italia, pero tampoco haría ascos por ella el mexicano Carlos Slim, asesorado pro Felipe González y que apostó por el conjunto de AUNA, porque estaría dispuesto a hacerse con la joya de la corona del grupo.

España es un país en venta, y Botín es el vendedor.