Los que hayan seguido la trayectoria del asiático Zhang Yimou saben que hablamos de uno de los directores más interesantes de la actualidad. Su genialidad se demuestra tanto cuando aborda historias sencillas y humanas (Ni uno menos, Camino a casa etc…) como cuando acomete proyectos espectaculares como Hero o el estreno que nos ocupa, La Casa de las Dagas Voladoras.

 

Nominada a los Oscar del presente año en el apartado de fotografía, La Casa de las Dagas voladoras es un auténtico prodigio visual, con una impresionante coreografía que da como resultado una película de gran belleza. Si acuden a verla no pierdan ni el mínimo detalle del baile de las alubias en el burdel o cualquiera de los increíbles combates de artes marciales (rodados con miles de planos) que se desarrollan en el bosque.

 

Se habrán dado cuenta de que, hasta el momento, no les he contado nada del argumento. Lo cierto es que, en La Casa de las Dagas Voladoras, el desarrollo romántico-aventurero es una mera excusa para que disfrutemos de un espectáculo delicioso muy superior al de la oscarizada Tigre y Dragón.  

 

Yimou sitúa el escenario de este film en el año 859 AC, cuando la dinastía Tang está en declive. Ante un emperador y un gobierno corruptos se levantan ejércitos rebeldes en señal de protesta. El mayor, y  más prestigioso, es el denominado  "La Casa de las Dagas Voladoras". En el curso de la investigación uno de los capitanes del emperador sospecha que la primera bailarina de una casa de citas es, en realidad, la hija ciega del antiguo líder e idea un plan para amigarse con ella y descubrir el refugio de los integrantes de la  banda.  

 

La exquisita Zhang Ziyi (una de las grandes estrellas del cine chino) vuelve a encandilar al espectador con su belleza etérea y sus magníficas dotes interpretativas.

 

La casa de las dagas voladoras es la opción ideal para relajarse del stress cotidiano.