Sr. Director:
Siempre había sabido que la educación de los hijos es un derecho natural de los padres; además, de acuerdo con la religión cristiana otorgado por Dios a ellos y, desde hace más de treinta años, un derecho recogido en nuestra Constitución Española.

 

En el antiguo régimen de la URRSS, cuando los padres cristianos se empeñaban en educar a sus hijos de acuerdo a sus creencias, el Estado se los arrebataba  y ya no les veían más: aquél se encargaba de su educación; por supuesto, en el materialismo ateísta.

Ahora, de forma más sutil, se trata de separar y dividir a las familias con la obligatoriedad que tendrán los niños españoles de recibir la enseñanza sobre cuestiones morales y sexuales en los colegios y estableciendo por ley el que una menor, no consulte con sus padres si ha de abortar o no.

Como ciudadano y como padre, me siento atropellado en ese mi triple derecho natural, religioso y constitucional. Pésimo ejemplo es este de parte de aquellos que están para guardar y hacer guardar la Constitución.  Nuestra Carta Magna, ¿lo es de verdad?

Ángel Bea Espinosa