A mediados del mes de diciembre RTVE, así como la prensa progre, abrió sus telediarios con una de esas noticias ciertas que suponen una monumental mentira. Según Lorenzo Milá, quién si no, la Unión Europea hasta la mismísima Unión Europea- se había dirigido al Gobierno español para que terminara con la exención del IVA de la que disfruta la Iglesia católica. La lectura del oyente clarísima: ¡qué vergüenza, otro privilegio más de los curas! ¡Hasta Bruselas se ha visto obligada a intervenir! Y no es que Zapatero sea un anticlerical, ni mucho menos, lo que pasa es que Bruselas le está sacando los colores y claro, qué va a hacer él sino obedecer.

El asunto se parece mucho a las Cuentas del Gran Capitán, señor ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, siempre económico con la verdad, cuando explicó a aquello del medio billón de las antiguas pesetas que el Estado pagaba a la Iglesia en materia de educación. Lo cierto es que la Iglesia le ahorra al Estado un montón de dinero con sus colegios: una plaza en un centro publico al que por lo general ningún padre lleva a sus hijos salvo que no tenga otro remedio- le sale al Estado por 3.600 euros por alumno. En uno concertado ese puesto cuesta la mitad.

Pues con el IVA, el famoso privilegio eclesial, pasa algo similar. El Gobierno Zapatero filtró a televisión la nota de Bruselas, pero se le olvidó remitirla al interesado, a la jerarquía eclesiástica. Es más, no se filtró a los medios documento alguno, que ese tipo de filtraciones siempre dejan huella, si no ideas, la idea de que Bruselas exigía la desaparición de un privilegio.

Pues bien vamos por partes. En efecto, como consecuencia del Concordato firmado por España y la Santa Sede en 1979, se establece para la Iglesia un régimen fiscal con la supresión de impuestos indirectos. Y en efecto, esto es algo exclusivo de la Iglesia. No ocurre como en el resto de impuestos de los que, según Juan Fernando López Aguilar (por qué mientes, Juan Fernando?) disfruta la Iglesia, cuando son comunes a todas las fundaciones y entidades sin ánimo de lucro. Aquí sí, aquí estamos hablando de una exclusiva de la la Iglesia Católica.

Ahora bien, ¿consiste esto en que la Iglesia, los obispados, las parroquias, los colegios, los centros de acogida, etc. no pagan el IVA? No. La única exención, que además debe solicitarse en cada caso, afecta a los objetos directamente destinados al culto : por ejemplo, no se paga IVA en la construcción de un templo, o en los bancos y reclinatorios de ese templo, pero sí en la construcción de un colegio o en cualquier otra actividad cultural y social de la Iglesia. Si la Iglesia compra un solar paga el IVA, al igual que en la luz, agua, gas o teléfono que consume. Y lo mismo ocurre con una residencia de sacerdotes, una casa de acogida de emigrantes. De prostitutas, de psicóticos, etc.

Otra de las zonas de sombra y silencio de la actual campaña el Gobierno Zapatero contra la Iglesia es el consejo que en la supuesta bronca de Bruselas a España aconsejaba la Comisión Europea: el sistema portugués. En Portugal, la Iglesia paga IVA, pero como entidad sin ánimo de lucro el Estado devuelve luego el IVA pagado. Por decirlo de otra forma: la Iglesia portuguesa goza de mucho mejor situación que la española. Es evidente que cuando un obispado construye una Iglesia el constructor no está dispuesto a no cobrar el IVA, pero lo que hace es pactar un precio superior. Por ejemplo, un constructor no puede repercutir el IVA de un templo, pero Él si tiene que pagar el impuesto sobre los ladrillos que ha comprado para la construcción. Conclusión: sube el precio al obispado. Además, en España, cada uno de esos templos construidos precisa un permiso especial de la Delegación de Hacienda.

De todas maneras, no se preocupen, la asfixia económica a la que el Estado somete a la iglesia hace que se construyan muy pocos nuevos colegios religiosos, y tampoco es que se inaugure un templo cada día.

Por cierto, los sujetos de exención son la Nunciatura la Iglesia diocesana y las congregaciones religiosas. Manos Unidas, hermandades y cofradías, movimientos eclesiales, etc., pagan IVA como un campeón.

¿Por qué Bruselas aconseja el sistema portugués del IVA recuperado y no el sistema español de la exención? Está claro : se trata de un impuesto que en parte alimenta las arcas comunitarias. Si alguien está exento, la UE no cobra su cuota-parte. Sin embargo, con el sistema portugués sí que cobra. Luego, allá se las arregle el Gobierno de Lisboa a la hora de devolver el IVA a la Iglesia.

Pero la obsesión de Zapatero con los curas hace que la política del Gobierno tenga más trampas que un teatro chino. Así, nada más conocerse la decisión de Bruselas, la vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, la reina de la tautología, se apresuró a recordar que la Iglesia recibía mucho dinero del Gobierno y que había que proceder a una revisión. En otras palabras, intentaba unir el tema el IVA con la asignación tributaria, que deberá discutirse antes de que los Presupuestos Generales del Estado 2007 entren en el Congreso, lo que ocurrirá el 30 de septiembre próximo.

La verdad es que De la Vega asimismo un personaje económico con la verdad, sabe que deberá responder antes del 15 de febrero a la requisitoria de Bruselas sobre el IVA, por lo que no es posible unir ambos asuntos y, sobre todo, no es justo incluir en ella exención de IVA en la negociación con el objetivo de sangrar a la Iglesia en la negociación de la asignación tributaria del IRPF.

Hasta aquí las leyes y la política, el gran engaño del Ejecutivo Zapatero. Ahora bien, son las personas las que hacen las instituciones. Quiero decir que el anticlericalismo rabiosos dentro del diálogo y el talante por supuesto- del Ejecutivo Zapatero se debe, sencillamente, no a su ideología socialista -con Felipe González las negociaciones con la Iglesia por cuestiones pecuniarias fueron más fluidas que con el Gobierno Aznar- sino al carácter progre del mismo. La ideología progresista sólo tiene un principio : abajo los curas y arriba las faldas. Con González era Hacienda, gente práctica, quien negociaba con la jerarquía eclesiástica. Ahora son De la Vega, el ministro de Justicia, López Aguilar, y de postre, la directora general de Asuntos Religiosos, señora Mercedes Rico-Carabias, a quienes la visión de un cura producen profundos dolores en la zona de los higadillos. Y todos ellos bebiendo en las fuentes maestras de Gregorio Peces Barba, el hombre de la contracruzada: su objetivo consiste en eliminar al Iglesia, cosa que debería saber imposible: al cristianismo no es capaz de destrozarlo ni los cristianos.

Todos ellos, con la inestimable colaboración de la televisión, pública y privada, no nos engañemos, han sembrado una curiosa sinonimia: Iglesia igual a riqueza, lujo y dispendio. Dos notas: un cura cobra entre 600 y 750 euros brutos al mes. Los obispos de Madrid salen por 862, por 14 pagas. El salario mínimo en España está en los 540 euros.

Otrosí. La iglesia posee grandes patrimonios, preciosas catedrales en los centros mismos de las grandes capitales, producto de un tiempo en el que la sociedad era cristiana. ¿Tener mucho patrimonio es ser rico a efectos nominales, pero no es lo que la gente entiende por riqueza? De hecho, los contables valoran un activo por la cantidad de renta que puede generar ingresos. Ahora pregúntense: ¿qué ingresos genera la catedral de la Almudena? Sólo sirve para el culto, así que lo único que genera son gastos. Y muy elevados.

Eulogio López