Era la barrera psicológica autoimpuesta por el gobierno. Con más de un 50% de participación podrían vender demanda social, aspiración ciudadana, y todas esas cosas. Pero no pudo ser. Se quedaron a las puertas de ese 50% requerido moralmente para justificar el éxito de la convocatoria. Pero la gente prefirió irse a la playa. Dice el conseller de gobernación, Xavier Sabaté, que la cosa no es comparable porque en 1979 era día laborable y eran otros tiempos. Una excusa para negar la evidencia: el Estatut no interesa a nadie, salvo a los políticos. Y esto ya lo advertía a hispanidad.com una fuente de la burguesía catalana hace unas semanas: "La abstención será superior al 50%". Pues eso.