Las negociaciones entre el presidente de Repsol, Antonio Brufau, y el de Iberdrola, Ignacio S. Galán, para una fusión entre la eléctrica y Gas Natural (adelantadas por Hispanidad el jueves 24 de agosto) continúan en punto muerto por la eterna cuestión. ¿Repsol debe entrar en el acuerdo o no? Y el motivo del desacuerdo es claro. Si la fusión se circunscribe a la gasera y la eléctrica, La Caixa no pondría ningún impedimento a que Ignacio S. Galán, fuera el presidente de la empresa resultante. Lo que ocurre es que la suma de GN e Iberdrola tampoco forja una empresa imbatible. Si a ese binomio se le añadiera Repsol, o una compañía tremendamente deseada por las grandes petroleras europeas y americanas, entonces sí que la resultante resultaría muy difícilmente opable. Ahora bien, si introducimos a Repsol YPF en la ecuación, Galán tendría mucho más difícil la presidencia.

Por si fueran pocas estas dificultades, la BBK, principal accionista de Iberdrola, con un 7%, exige convertirse en el socio de referencia de la sociedad resultante de una fusión entre Iberdrola y GN. El presidente de la BBK, el nacionalista Xabier de Irala, insiste en que debe ser la BBK el accionista de referencia de la resultante. Si consideramos que GN es más de 2,5 veces menor que Iberdrola, pero que La Caixa posee más de un 30% de su capital, al igual que la propia Repsol, a su vez participada por La Caixa, se comprende que la pretensión de Irala pueda resultar excesiva.

En cualquier caso, se trata de una fusión a dos o a tres bandas- de corte defensivo. Y es que tras la rendición del gobierno Zapatero ante la canciller alemana Angela Merkel y ante Bruselas, siempre dispuesta  a apoyar a los germanos todo el sistema energético español, tanto eléctrico como de hidrocarburos, se encuentra amenazado. Y no olvidemos que, por ejemplo, Iberdrola es la compañía eléctrica más rentable de Europa.