El Ejecutivo considera "inaceptable" política y económicamente el actual reparto de los fondos. Apela al principio de "equidad" marcado en el Consejo Europeo del pasado 17 de abril y exige un modelo de transición que permita la adaptación de España a las nuevas circunstancias. El impacto para cada español sería de 661,57 euros anuales.  

¡Albricias y pan de Madagascar! Por fin, el Gobierno coge el toro por los cuernos. Porque, hasta la fecha, el Ejecutivo Zapatero no había presentado una sola propuesta alternativa a la negociación de las perspectivas financieras de la UE 2007-2013. Ahora ya la tenemos. Se llama "El problema español en la negociación de las perspectivas financieras 2007-2013" y el Gobierno asume las mismas tesis que lleva defendiendo el PP desde hace meses. Porque no se trata de "pedigüeños", sino de que España no se convierta en la "pagana" de la ampliación. ¡Bingo! 

Veamos. Según el Gobierno, el impacto neto para España de las nuevas perspectivas financieras 2007-2013 estaría evaluado en los 43.715 millones de euros. Es decir, 6.245 millones anuales. Esta cifra sale de la diferencia entre el saldo neto actual de 6.959 millones de euros y los 714 millones anuales con los que quedaríamos si se aprobase la propuesta de la Comisión. Pasaríamos de recibir el equivalente a un 0,9% de nuestro PIB al 0,08%. No es lo mismo. Además, España se convertiría en contribuyente neto al finalizar este periodo. "Esto quebraría la práctica habitual de alcanzar acuerdos de transición para adaptarse a las nuevas circunstancias", señalan fuentes gubernamentales. 

Además, el Ejecutivo Zapatero se queja de que el mayor impacto de la ampliación recaería sobre España, convirtiéndose en la "pagana" de la ampliación de manera claramente "asimétrica". España perdería el 0,83% de su PIB, mientras que el impacto sobre Alemania estaría reducido al 0,18%, 0,24% en Gran Bretaña, 0,25% en Holanda, y 0,34% en Francia. 

O si lo traducimos en términos per cápita, el impacto de las nuevas perspectivas financieras sobre Juan Español sería de 661,57 euros anuales, mientras que ese impacto sería de tan sólo 234,5 euros para los alemanes o de 288,54 para los holandeses. En resumen, el reparto no es equitativo, tal y como quedó acordado en el Consejo Europeo del pasado 17 de diciembre. "Igualmente inaceptable en términos de equidad resulta que España se convierta en contribuidor neto tras el periodo 2007-2013", señala el documento manejado por el Gobierno. 

La balanza neta se complica si, además, tenemos en cuenta que las aportaciones españolas a la Unión se han incrementado un 50% en los últimos cinco años y duplicado en la última década. En 1996, España aportaba a la Unión 4.443 millones de euros, mientras que en 2004, dicha cifra se incrementó hasta los 9.008 millones.

Pero el análisis no sólo debe ser monetario, sino económico. Porque el Gobierno argumenta que España no sólo será uno de los Estados menos beneficiados de la ampliación, sino "uno de los más expuestos a las nuevas condiciones de competencia, particularmente en sectores sensibles".  

En conclusión, la pérdida de fondos de cohesión por el denominado "efecto estadístico" frenará la creación de infraestructuras, tendrá un impacto del 2,1% sobre el crecimiento económico y tendrá, asimismo, un impacto sobre la creación de empleo de 210.000 personas. Devastador. "Las nuevas perspectivas financieras no deberían penalizar a aquellos Estados que objetivamente están más expuestos a los riesgos económicos del engradecimiento del mercado interno", concluye el documento gubernamental.

Por su parte, el asesor económico de Moncloa, Miguel Sebastián, se muestra partidario de intercambiar fondos de cohesión por flexibilidad en el Pacto de Estabilidad. Al fin y al cabo, piensa, el Pacto de Estabilidad ya está muerto y, sin embargo, nos jugamos mucho con los fondos pendientes.   

El problema es que no está claro quién está negociando los fondos. Exteriores y Economía rivalizan en sus competencias. Pero Moratinos no sabe de Economía y Solbes no quiere mancharse con una batalla que puede perder. Así que prefiere colocarse la venda antes que la herida: "Debemos acostumbrarnos a que esos fondos van a desaparecer algún día". 

Lo que se debate ahora es el proceso de transición. Desde el PP, se insta al Gobierno a que pelee una transición suave siguiendo el modelo inglés. Pero como nuestro país ha regresado al corazón de Europa, pero se ha alejado de su cartera, está por ver el margen de maniobra desde un punto de vista político.