Sr. Director:
Erdogan, Presidente de Turquía, parece haber tenido una revelación y cual nuevo sultán quiere enarbolar la hermandad musulmana, algo cuando menos absurdo ya que fue el espíritu modernizador y occidental lo que hizo levantar a la península de Anatolia tras la caída del Imperio Otomano.

 

Es normal que trate de hermanarse con países cuya lengua y etnia son similares, como Azerbayan y los países de Asia Central, pero inmiscuyéndose en los asuntos de Oriente Próximo, enfrentándose a Israel, principal aliado de EEUU en la región, no solo perderá el apoyo de la gran potencia americana, sino que además si finalmente la marina turca trata de impedir que el consorcio grecochipriota-israelí explote los recursos que hay en aguas de la Republica de Chipre, la única reconocida internacionalmente, se enfrentará a la UE, y aunque para Europa, Turquía sea el patito feo, no deja de estar asociado política y económicamente con el Viejo Continente, y todo para que, para nada.

Los países árabes y su nueva "primavera" hasta que se estabilicen, si es que los islamistas radicales no ganan las futuras elecciones, jamás se podrán equiparar al dinero y ayudas que recibe de Occidente. De continuar su enfrentamiento diplomático con el Estado Hebreo, es más que posible que se encuentre solo en la región, donde las alianzas van y vienen.

A modo de consejo moral, señor Erdogan, ¿por qué no se preocupa por la situación de los kurdos, que constituyen el diez por ciento de su población, deja de bombardear el norte de Irak, donde sobrevive el Partido de los Trabajadores del Kurdistan, PKK y reconoce el genocidio armenio que su país cometió? ¿O es que su estilo es mandar barcos de ayuda humanitaria repletos de camorristas con ganas de gresca para luego ir de víctimas, como así ha afirmado el informe de la ONU sobre la flotilla turca a Gaza, que exculpa a Israel y reconoce que uso la fuerza en defensa propia?

Jorge Ipiña Pando