Es uno de los promotores de la Alianza de Civilizaciones que patrocina José Luis Rodríguez Zapatero, pero prefiere identificarse como consejero del Rey Mohamed VI de Marruecos. Se llama André Azoulay y acaba de pronunciar una conferencia en Barcelona, justo en el mismo momento en que el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad decidía que había que borrar a Israel del mapa. Lo de Alianza de Civilizaciones y la paz en el mundo, no cabe duda de que viaja en tren de alta velocidad.

Azoulay es un personaje típico del entorno de Mohamed VI, ese sátrapa que adopta poses democráticas cuando le conviene. El Rey de Marruecos es, por decirlo de algún modo, un tirano con corbata (aunque no la lleva, porque no sería aceptado por su pueblo), un fundamentalista al que encantan los lujos de los bancos de fortunas europeos y norteamericanos. Es, por decirlo así, lo contrario del caudillo Hugo Chávez. A este se le ve el pelo de la dehesa y la autocracia hasta en los andares. A Mohamed VI no, el monarca alauí es capaz de jugar con varias barajas en distintas mesas del escenario internacional. Capaz de mantener un sistema corrupto de Hacienda, Policía y Ejército, capaz de torturar en sus cárceles y mantener al mismo tiempo las mejores relaciones con líderes occidentales como Chirac o con políticos occidentales como Zapatero.

Estos personajes ambiguos, capaces reasimilar lo malo del Norte y lo peor del Sur, son muy útiles. Por ejemplo, Mohamed VI ha librado al Gobierno español del problema migratorio de Ceuta y Melilla, un problema del norte rico, con métodos meridionales: se traslada a la fuerza a inmigrantes al desierto y allí que se mueran de sed. Sus calaveras servirán de ejemplo para quienes sientan la misma tentación. Y si alguno pretende regresar a Ceuta y Melilla se le pega un tir nadie preguntará por él. Zapatero le estará eternamente agradecido.

Pues bien, el consejero del Rey Mohamed, André Azoulay, patrocinado por el Banco de Sabadell -¡qué cosas!- se plantó ante los empresarios barceloneses y soltó lindezas de este géner en primer lugar exigió que Marruecos sea tratado por la Unión Europea como Turquía, es decir, exigió el ingreso en la Unión Europea. Incluso advirtió a España y Francia que no habían jugado el papel que esperaba Rabat en Bruselas, es decir, el papel de padrino. No será Zapatero quien desoiga las recomendaciones de Mohamed VI.

Por si alguien le recordaba el olvidado detalle de que en Europa sólo entran democracias, Azoulay explicó que sus reformas políticas no son de maquillaje, por lo que serán lentas. No les quepa duda: los nietos de Mohamed VI continuarán las reformas emprendidas desde la independencia marroquí.

Pero ojo, no se crean que Maruecos necesita de Europa. Escuchando a Azoulay, se diría que es Europa la que necesita de su vecino del sur: No necesitamos caridad de nadie, pero sí cooperación. A la caridad, los economistas la llaman solidaridad y los políticos cooperación.

Y, naturalmente, que Europa no sueñe con compensaciones de ningún tip No tenemos ninguna pretensión de parecernos a los países con los que nos queremos juntar. Incluso existe la sospecha de que pretende justamente lo contrari que Europa se parezca al Islam.

Hay que reconocer que el señor André Azoulay es sincero. Nadie podrá decir que no nos ha advertido.

Eulogio López