No, no exagero. La Alemania de Merkel está recogiendo todos los tópicos con los que el nazismo se apoderó de Alemania y accedió al poder por medios democráticos. Pero lo peor es que todos los cainitas de España se han vuelto germanófilos: con tal de arrear al catalán (o al andaluz, o al vasco, o al madrileño) están deseando de que Alemania nos conquiste -es decir, nos intervenga- y nos diga lo que tenemos que hacer, al tiempo que nos somete al mayor expolio financiero de toda la historia democrática española, bajo la fórmula de una máquina de hacer dinero frente a 17 tesoros distintos: los alemanes se financian al 1%, los españoles nos financiamos al 7%... y les financiamos a ellos.

Un mensaje para todos aquellos que sueñan con que doña Angela le ponga firme a Artur Mas o a los nacionalistas vascos.

Por lo demás, todos estos cainitas, ¿no se dan cuenta de que la intervenida Portugal tiene una prima de riesgo 300 puntos mayor que la española? El neonazismo del que hablo no se concreta en desfiles o en discursos paganos y racistas.

En este sentido, no se pierdan el espléndido artículo del historiador y jesuita Fernando García de Gortázar, en ABC, el pasado domingo. Como buen historiador, recuerda don Fernando que la humillación franco-británica a Alemania tras la I Guerra Mundial, humillación más financiera que territorial, propició el nacimiento del nazismo, una ideología perversa, furiosamente anticristiana, que los alemanes humillados abrazaron como venganza contra el Occidente democrático. El neonazismo alemán está haciendo justamente eso con los países mediterráneos.

Una vez más Prusia se ha apoderado de Alemania. Los fantasmas de Lutero, y su peligroso regalismo, de Adolf Hitler (austriaco pero recreado en Berlín), y su peligroso nacionalismo, o de la República Democrática Alemana -el universo leninista de donde procede la hoy conservadora canciller Merkel- constituye hoy un cóctel explosivo incapaz de comprender lo que está forjando. Adiós a la creación de los Estados Unidos de Europa como un solo país, un sólo Estado y un sólo ideario. Es más, el problema de Merkel es que ha dejado de creer en Europa, ya sólo cree en Alemania... como Adolf Hitler. Ya sé que Merkel no es el Führer porque no dispone de la misma vena homicida que el forjador del III Reich, pero doña Angela también apuesta por un IV Reich, que es lo más opuesto a esa Europa cristiana que pretendían los padres fundadores. A lo peor, los alemanes de los años 30 del pasado siglo tampoco comprendían a dónde le llevaba su actitud nacionalista, anti-francesa y anti-británica.

Enfrente, nos encontramos con un Mariano Rajoy acomplejado, pidiendo un rescate que no quiere que se llame así. Patético. Necesitamos a un Churchill que hiciera frente a Berlín y tenemos a un Chamberlain que lleva a los eurócratas europeos y a su mandamás, Angela Merkel, a crecerse ante un hombre que siempre cede y que prefiere castigar a los españoles antes que defender a España.

No lo duden, Rajoy pedirá un rescate y seguirá aplicándonos el tercer grado con sus recortes que, además, no harán crecer a la economía española. Y lo más sarcástico de todo es que si Rajoy anunciara la salida de España del euro y la vuelta a la peseta, no sólo mejoraría la economía española -aunque no es un proceso simple, eso está claro- sino que podría plantarse en Bruselas y solicitar el giro de timón que Europa está necesitando: volver a ser una unidad supranacional, no un banco, volver a la Europa de la solidaridad. Los Estados Unidos de Europa, no un banco.

Soy el más europeísta de todos, pero no de esta Europa convertida en un gallinero con zorra.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com