Los pasados 9 y 10 de junio se celebró en Santiago de Chile el II Congreso de Católicos y Vida Pública al que tuve la oportunidad de asistir. Organizaba el evento la Universidad de Santo Tomás, un gran buque insignia del ecumenismo católico, audaz y sanamente ambicioso. Tan ambicioso que la católica Universidad de Santo Tomás pronto abrirá sus puertas en Mozambique entre las calles Lenin y Marx. ¡Eso es ambición y audacia! Soñad y os quedareis cortos

El complejo educativo Santo Tomás cuenta con 45.000 alumnos. Y se trata de un proyecto refundado hace apenas 17 años. Ilusión, motivación, gestión y proyecto educativo son las claves de un éxito fulgurante. Y el proyecto no es más que la mejor educación posible dentro de una formación cristiana. Sus gestores forman parte de los más variados movimientos religiosos: Camino Neocatecumenal, Opus Dei, Fasta, Sodalicio. Riqueza de carismas en un mismo proyecto y en la armonía de un mismo Señor. Adiós quedó el tú eres de Pedro y tú de Pablo. Ecumenismo cristiano en sentido puro

Y en este continente, el contenido no pudo ser más alentador. Con sus incógnitas. Porque la situación hispanoamericana no es fácil. La Iglesia sigue sin tomar partido claro ante los desafíos del populismo y la miseria. Y el V Encuentro de la CELAM se encuentra cada vez más cercano. No haya nada peor que la ausencia de debate, que la muerte de la Iglesia por inanición, por burocratización, por conservadurismo, señalaron los ponentes.

Por otra parte, el triunfo de Michelle Bachelet en las elecciones chilenas presenta importantes incógnitas. Porque aunque el pueblo chileno sigue siendo un pueblo mayoritariamente católico, las distintas variables de protestantismo no paran de crecer; y el laicismo comienza a penetrar la sociedad comenzando por la familia: el índice de natalidad se ha visto reducido a 1,9 hijos por mujer, por debajo del nivel de reemplazo.

Con todo, el ambiente cultural es mayoritariamente cristiano. Pelín clerical, pero cristiano. El aborto no es de momento planteable entre la ciudadanía que rechaza el aborto provocado como un crimen injustificable. Lo mismo que en la España de 1980. Pero la agenda laicista y abortera existe. Hace tres semanas se presentaron sendos proyectos de ley de despenalización del aborto. Fueron rechazados por la Democracia Cristiana coaligada con Bachelet en la formación de Gobierno. La presidenta dijo que no tocaría el tema en esta legislatura. Pero la propuesta está ahí.

Por su parte, el lobby gay es muy minoritario, pero mira a España como quien mira al padre que fuma y extiende el cigarrillo. La legalización del matrimonio homosexual y el feminismo a lo De la Vega se encuentran en la agenda de Bachelet. Tarde o temprano la sacarán. Como sacaron la legalización del divorcio el año pasado.

La diferencia con la España de 1980 es que el Chile de 2006 está mucho más despierto y organizado. Acumula dos Congresos Iberoamericanos de Católicos y Vida Pública y cuenta con laicos comprometidos y crecientemente organizados.

Por lo demás, la economía se encuentra en sus mejores momentos. El cobre roza los 4 dólares cuando el presupuesto lo contabiliza a menos de 1,5 dólares. Y el cobre supone cerca del 25% de los ingresos fiscales. El diferencial genera una bolsa muy jugosa que el gobierno ha aprovechado para consolidar el compromiso de superávit presupuestario del 1% que acumula desde hace dos años y crear un fondo de apoyo a la exportación e internacionalización de la empresa chilena.

Pero también ofrece margen al Ejecutivo Bachelet para regar los disturbios sociales. Y no serán pocos. Porque la estrategia de la señora ha sido ofrecer a los pingüinos (los estudiantes que han revolucionado el país en las últimas semanas) todo lo que pedían en la primera reunión. Y eso es tanto como decir que se abre la barra libre: el que no pía no mama. Los sindicatos de maestros, y de personal sanitario ya han anunciado sus movilizaciones.

Está por ver que el talante dialogador y del consenso tenga su efecto. La estrategia de Bachelet ha sido formar comisiones para todo y eso no termina de convencer a los chilenos. Tienen razón: no es fácil llegar a una solución de consenso en una comisión formada por 70 miembros como la que componen los expertos que resolverán el conflicto en la Educación. Y además, ya se sabe, cuando no se quiere resolver algo, se forma una comisión. Como la del 11-M, por ejemplo.

El estilo dialogante no termina de convencer a los empresarios, que suspenden a la presidenta antes de que cumpla sus 100 días. No es una novedad, porque la sociedad chilena siempre ha sido muy crítica con sus dirigentes. Pero parecen exigir mano dura. No he escuchado crítica alguna del socialdemócrata Ricardo Lagos. He escuchado alabanzas por su mano dura y su estilo autoritario, así que está por ver que el estilo femenino de Bachelet termine de cuajar.

Curiosamente, el que parece desaparecido es el ex dictador Pinochet. Tanto los amores como los odios se han visto seriamente rebajados. Entre la derecha chilena no se observa especial entusiasmo o admiración. Y es que según los analistas- aunque la derecha le perdonó los primeros abusos de los derechos humanos como lógicos después del difícil periodo de Allende, no le perdonan que metiera la mano en la caja. Menos en un país en el que presumen que ningún presidente ha salido enriquecido de la Moneda.

Pero lo que más me ha llamado la atención del país andino además de la permanente presencia de la Cordillera- es su profunda fe. Viven la misa con devoción, cuidan los detalles de la eucaristía, preparan los cantos y la asistencia al sacerdote que finalmente acude a la puerta a saludar a los feligreses. Un ritual que desgraciadamente hemos perdido los españoles. He tenido la ocasión de asistir al rezo del rosario en una casa particular. Se juntan gentes de diversos movimientos, edades y circunstancias sociales y profesionales. Pero todos le rezan al Padre Dios con la confianza de hijos. Esta es la verdadera fuerza que garantiza el futuro de Chile. Un gran país formado por grandes personas. Gracias Chile por ayudarme a redescubrir mi fe.

Luis Losada Pescador