"La muerte es espantosa además de darnos la vida eterna. De repente me sentí mal, la falta de respiración, la oscuridad delante de los ojos, la sensación de debilitamiento de los miembros, este sofocamiento es atroz. Un instante este sofocamiento es infinitamente largo".

Faustina Kowalska no ahorra verdades al lector de su diario. Tuvo que pasar por el trance que resume varias veces y no parece que su especial relación con Dios le resultara, dicho 'a lo humano' gratificante. Oigan: "Quiero que también tus últimos momentos sean semejantes a los míos en la cruz. Hay un sólo precio con el que se compran las almas, y éste es el sufrimiento unido a Mi sufrimiento en la cruz".

Hay quien dijo, pero no me gusta citarlo, que para los españoles la vida es eso que viene antes de la muerte. Pero quien lo dijo, Hemingway, no entendía ni de la vida ni de la muerte, porque la frase no refleja desesperación sino esperanza... en una vida mejor que empieza un instante después del óbito.

La vida Karol Wojtyla no se puede calificar sino de dura, de extraordinariamente exigente, casi agónica. Se jugó la vida frente a nazis y frente a comunistas, atropellado por un camión estuvo a punto de morir, y el 13 de mayo de 1981 un terrorista turco le disparaba desde unos pocos metros y estuvo a un pelo del tránsito. Supo lo que era el dolor continuo y la amenaza próxima de la Parca. Como Santa Faustina en el claustro él estuvo en agonía en el mundo, pero la sonrisa no se la quitó nadie. Era de los que tenía siempre las maletas hechas, en espera de juicio, y ya se sabe que el buen viajero viaja ligero.

Heredó Juan Pablo II de Faustina Kowalska, a la que tanto defendió esa presencia alegre del tránsito, algo que se convertiría en uno de sus carismas personales como Papa. No es de extrañar que una de las santas con las que se sintió más identificado en vida fuera Teresa de Calcuta... una mujer que empezó su 'carrera' hacia el Cielo ayudando a morir a los que no tenían una mano en el último momento.

Tres personajes que se 'realizaron' en medio del dolor, porque para ellos, en efecto, la vida era eso que viene antes de la muerte.