La consultora más famosa del mundo se trae a Madrid al ex secretario general de Naciones Unidas   

Son los monstruos de los organigramas, los cabezas de huevo que, desde la penumbra, aconsejan a las grandes empresas sobre lo que deben hacer, sobre el cuándo y sobre el cómo. La discreción es su lema y la rentabilidad su único objetivo.

Sin embargo, de cuando en cuando, se dan un baño de humanismo. Los hombres-Mckinsey también tienen su corazoncito. O, al menos, también les gusta presumir de reputación -con perdón- corporativa. Por ello, su asamblea del próximo día 30 de noviembre contará con la presencia de tan internacional personaje. En McKinsey, pobriños, no saben que en Naciones Unidas quien manda y permanece son los cuerpos técnicos, no el secretario general, que se dedica a viajar por los cinco continentes mientras le dura el cargo.