El populismo de Kirchner continúa. Días atrás renovó por 15 años las licencias de radio y TV. En la prensa tampoco tiene rival: salvo el centenario La Nación a quien, dicho sea de paso, el Gobierno pretende asfixiar económicamente.

Kirchner forma parte el indigenismo populista de izquierdas que se está imponiendo en Iberoamérica, gracias, entre otras cosas, al petróleo de Hugo Chávez. El populismo vive pendientes de la imagen del líder, por lo que en la Argentina proliferan los estudios de opinión que concluyen en la misma dirección: Kirchner es genial. Por cierto, Jesús Polanco, propietario de Radio Continental, puede obtener ahora una espléndida plusvalía, toda vez que se ha renovado la duración de la licencias.

Así, Néstor Kirchner se prepara para las elecciones legislativas de octubre, que ha convertido en un verdadero plebiscito. Si los suyos salen ganadores, se demostrará que su popularidad es incontestable y que en dos años volverá a repetir en la Casa Rosada.

Dentro del populismo de izquierdas donde se inserta el mandatario argentino, los gastos son muy importantes. Por ejemplo, una cierta dosis de anticlericalismo. Así, por vez primera hasta donde alcanza la memoria, no se ha celebrado el pasado 25 de mayo el Tedeum en la catedral de Buenos Aires, en conmemoración del primer Gobierno patrio argentino (la fiesta de la Independencia se celebra el 9 de julio). Kirchner no quería escuchar las palabras del cardenal Bergoglio, el obispo con más prestigio de la Argentina. Decidió descentralizar el acto, y lo celebró, como un señor en Santiago del Estero.