Ocurrió a primera horas de la mañana del martes 25. El presidente de Telefónica, César Alierta, coincidía en un acto público con el ministro de Defensa, José Bono. Éste, sin cortarse un pelo, le cogió por el brazo y le dijo en medio de una amplia sonrisa que terminó en risotada: Gracias César, por los favores que me haces; gracias por cuidar tan bien de mis enchufados. A esas alturas, y rodeados como estaban de gente, el presidente de la primera empresa del país, abochornado, pugnaba por huir hacia los espacios abiertos. Y lo consiguió a duras penas, porque el ministro de defensa es un hombre con muchos defectos, pero entre ellos, no se cuenta la ingratitud.