Jornada del emigrante y el refugiado. Lo celebraba la Iglesia el próximo domingo 19. El refugiado huye por persecución ideológica, o por mor de una guerra. Digamos por razones políticas. El emigrante por contra, lo hace por razones económicas.

Respecto a los refugiados, si realmente son perseguidos por sus convicciones o víctimas bélicas, no cabe otra actitud que la de acogerles y defenderles. Pero en eso estamos todos de acuerdo.

Lo de los emigrantes es más difícil. Las imágenes del negro -subsahariano no, negro, y  a mucha honra- que había saltado la valla de Melilla y que lloraba tras ser detenido por la Guardia Civil, es de esas que se quedan grabadas por mucho tiempo. En cualquier caso, la actitud de la Iglesia respeto a la migración es la misma: fronteras abiertas. Hoy nos suena raro, pero las fronteras abiertas han sido lo habitual a lo largo de la historia. Lo de ahora es una excepción.

Ahora bien, varios apuntes:

1.- La emigración en sí es mala. Es un mal menor. No emigra el que quiere sino quien no tiene otro remedio.

2.- La emigración vacía de talento a los países en desarrollo porque resulta que emigran los más formados.

3.- Muchos gobiernos utilizan a los emigrantes como carne de cañón. Como balas contra sus enemigos. No me refiero sólo a la Cuba de Castro enviando todo tipo de delincuentes e impecunes a Estados Unidos, sino a Marruecos. ¿Cómo es posible creer que un negro llegado desde el África profunda haya atravesado todo Marruecos para llegar a la frontera de Melilla No, los marroquíes pueden detener ese tráfico de personas si detienen a las mafias que operan en su país y si, mayormente, dejan de utilizar a los pobres negros como carne de cañón contra España.

4.- El problema de la emigración en Europa es el Estado de Bienestar. No es ningún secreto que la Sanidad española cura a ilegales que vienen a operarse en España. En principio puede ser buena, mientras ese flujo no estropee la Sanidad para todos.

5.- La política de fronteras abiertas sólo debe tener una condición para el emigrante: que respete las leyes y la historia del país que le acoge. Por eso, hispanos y negros, con todas las excepciones que se quieran, no molestan a nadie mientras los musulmanes sí, porque forman guetos, y los chinos empiezan a molestar porque forman mafias.

Por lo demás, fronteras abiertas y acogida al refugiado y al desharrapado. Eso sí, exigiéndoles respeto al país de acogida.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com